Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 198
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Capítulo 198:
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Sin esperar respuesta, Cole se agachó, cogió la pistola de la mesa y se dirigió hacia la habitación donde esperaba Elliana.
Los demás se quedaron mirándolo, desconcertados. ¿Qué estaba pasando por su mente? Sus palabras sugerían que no tenía intención de romper los lazos con Elliana. Parecía enfadado por la sugerencia. Pero entonces, ¿por qué cogió la pistola?
Aron y Hugh se tensaron, con los instintos a flor de piel. Se apresuraron a acercarse a Myles, con la preocupación reflejada en sus rostros.
—Myles, ¿qué hacemos ahora? —susurró Hugh con urgencia.
Myles miró fijamente la puerta cerrada, con la tensión reflejada en su rostro. —Esperamos —murmuró—. Si oímos disparos, entramos.
No solo les preocupaba la seguridad de Elliana. Ella no era una damisela. Si las cosas se ponían violentas, Cole tampoco saldría ileso.
Allan, Merlin y Manley compartían la misma inquietud en el pecho, la sensación angustiante de que nada de lo que ocurriera en esa habitación acabaría bien.
Cole entró en la habitación, con la pistola a la altura de la cintura, justo cuando Elliana salía del baño.
Se había tomado su tiempo para ducharse. A pesar de saber lo que se podría estar discutiendo fuera —su muerte—, no podía ignorar la incomodidad de la ropa manchada de sangre y el sudor seco del caos en el yate. Como no tenía nada más que ponerse, se había puesto una de las camisas negras de Cole. Le quedaba holgada, rozándole la parte superior de los muslos como un camisón demasiado grande.
Se había quitado la peluca afro falsa y su largo cabello caía libremente por su espalda. El grotesco disfraz había desaparecido, pero su verdadero rostro seguía oculto tras esas gafas hechas a medida. Se detuvo al ver a Cole y el arma que tenía en la mano.
Él se detuvo en la puerta. Elliana apretó los dedos alrededor de la moneda que siempre llevaba consigo. Era su último recurso. Su mente daba vueltas.
Si él apretaba el gatillo, ¿debería golpearlo con la moneda? ¿Por qué tenía que llegar a esto? ¿Por qué ahora, justo cuando empezaba a enamorarse de él?
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El silencio se extendió como una navaja entre ellos. Ninguno se movió. Ninguno habló.
Entonces, después de lo que parecieron horas, Cole rompió el silencio con una risa seca. Dijo con ironía: —¿Aún has tenido tiempo de darte una ducha?
—¿Por qué no iba a hacerlo? —Elliana lo miró con frialdad.
Una vez que Elliana terminó de hablar, Cole levantó lentamente el brazo y apuntó con el arma directamente hacia ella.
Elliana mantuvo la mirada fija en él, sin moverse. Pero Cole, siempre observador, ya había notado la moneda entre los dedos de ella, a su lado. Dada su precisión, lanzar esa moneda tendría el mismo peso que apretar el gatillo. Él lo vio, pero actuó como si no fuera así. En cambio, le dedicó una sonrisa tranquila e indescifrable.
«Con lo inteligente que eres, cariño, dudo que no te hayas dado cuenta de lo que estábamos hablando hace un momento».
«¿Habéis decidido matarme aquí después de vuestra pequeña charla?», preguntó Elliana, imitando su tono.
Cole no respondió. Simplemente movió el pulgar y quitó el seguro.
El leve clic resonó suavemente, indicando que el arma estaba ahora cargada y lista para disparar.
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