Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 192
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Capítulo 192:
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Al captar la mirada insegura de Hailee, Elliana le dedicó una sonrisa tranquilizadora y le indicó el sofá que había frente a ella. —Hailee, ven a sentarte aquí.
—De acuerdo —respondió Hailee, dirigiéndose hacia allí.
En ese círculo intimidante de riqueza y estatus, Elliana era la única cara conocida, y permanecer cerca de ella le daba a Hailee una pequeña sensación de comodidad. Pero en cuanto se sentó frente a Elliana, sintió la tensión. Una mirada a Cole lo dejó claro: no estaba nada contento. La vergüenza le subió por el cuello. Estaba claro que había interrumpido algo y ahora deseaba haber elegido otro sitio.
Elliana miró a Cole, medio divertida, medio molesta. Estaba siendo ridículo, como un adolescente posesivo, y ella, sinceramente, no sabía qué hacer con él. Con un suspiro de resignación, se volvió hacia Myles. —¿Podrías preparar una habitación para mi amiga?
—Por supuesto, señora Evans —respondió Myles, haciendo una reverencia cortés.
Volviendo a mirar a Hailee, Elliana suavizó el tono. —Pareces agotada. ¿Por qué no te acuestas un rato?
El alivio se apoderó del rostro de Hailee, que asintió. —Gracias. La verdad es que es una idea perfecta.
Sin demora, Myles acompañó a Hailee a una habitación tranquila en la parte trasera de la cabaña, donde por fin podría descansar en paz.
Una vez que Hailee salió de la habitación, Manley se relajó y su atención osciló entre Elliana y Merlín como un péndulo. Ambos le intrigaban, pero no estaba seguro de quién sería más divertido provocar.
Al ver cómo Cole prácticamente se había enredado alrededor de Elliana como una enredadera, Manley pensó que era más inteligente no meterse en ese terreno. Eso dejaba a Merlin: silencioso, rígido y sentado como si lo hubieran esculpido en hielo, con todos los músculos tensos y la mirada clavada en el suelo.
La curiosidad pudo más que Manley. —Oye, Merlin. ¿Qué te ha pasado en la muñeca? —preguntó.
Sin pestañear, Merlin respondió: «Me mordieron».
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Esa respuesta dejó helado a Manley. «¿Te mordieron? ¿Qué? No me digas que había un perro a bordo. ¿Lo había? No puede ser, ¿verdad?
En cuanto las palabras salieron de su boca, Manley se dio cuenta de lo estúpido que sonaba. Aunque hubiera habido un perro callejero de alguna manera, era imposible que hubiera podido hincarle un diente a Merlin. Merlin había derribado una docena de hombres armados sin sudar ni una gota. Un perro no se atrevería. Demonios, hasta un león se lo pensaría dos veces. Había sobrevivido a tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo, y sin embargo, después de rescatar a una mujer de aspecto delicado, ¿le habían dejado una marca? No tenía sentido, y eso lo hacía aún más interesante.
Manley se inclinó para examinar la herida. Cuanto más la miraba, más evidente era: no eran marcas de animal. Era un mordisco humano. Y, a juzgar por la forma, era de una mujer.
Manley ató cabos y todos los demás en la habitación hicieron lo mismo. Teniendo en cuenta que la única mujer con la que Merlin había tenido una relación cercana era Hailee, no era difícil atar los cabos.
Elliana abrió los ojos ligeramente, sorprendida. ¿Hailee? ¿En serio? Parecía más alguien que lloraría por haberse golpeado un dedo del pie, ¿qué demonios la había llevado a morder?
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