Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 179
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Capítulo 179:
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Merlín lo miró con indiferencia. —¿Con la tecnología actual? No necesito una mujer para tener un hijo.
—Tienes razón —asintió Manley lentamente—. Pero aun así, Merlín, ¿qué es la vida sin una mujer que le dé sabor?
Manley señaló a Cole, que seguía abrazado a Elliana—. ¿Me estás diciendo que no sientes ni un poco de envidia al ver eso? ¿No te apetece encontrar a alguien a quien abrazar así?
La historia de Merlín como agente de las fuerzas especiales internacionales había dejado una huella indeleble en su alma. Cada fibra de su ser permanecía atrincherada en la implacable vorágine de misiones de alto riesgo y decisiones de vida o muerte. Su rostro era una máscara de hielo, inflexible y sin emociones, y sus ojos nunca se detenían en una mujer. No solo rechazaba la idea del matrimonio, sino que descartaba todo deseo. Nadie había logrado nunca romper la fortaleza helada que protegía su corazón.
Al observar a Merlín, la preocupación de Manley se intensificó. Al ver una oportunidad cuando Cole besó apasionadamente a Elliana, decidió romper la obstinada coraza de Merlín y arrojar luz sobre la intrincada danza entre hombres y mujeres, tal vez para despertar algo que llevaba mucho tiempo dormido.
—¡Qué asco! —replicó Merlín con dureza, con voz fría y áspera.
Manley se quedó mirándolo, estupefacto. Un beso tan apasionado y anhelante habría dejado a cualquiera sonrojado y sin aliento, ¿y Merlín lo había rechazado con desdén? Realmente era tan frío como un iceberg.
Tras liberar su silenciosa frustración, la obstinada determinación de Manley se encendió. Reacio a ceder, presionó con más fuerza. —Merlín, ¿alguna vez te has parado a pensar que tal vez hay un problema con tu repulsión hacia las mujeres y tu abstinencia prolongada? Quizás deberías consultar a un médico.
—¡Piérdete! —gritó Merlín, con una voz atronadora, salpicando saliva que aterrizó directamente en la cara de Manley.
Manley se limpió la cara, murmurando: «¡Mierda! No debería haber sacado este tema».
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Manley se dio cuenta de que intentar hablar de amor con Merlin era como razonar con una piedra, claramente un esfuerzo inútil. Si Merlin insistía en permanecer ajeno a los asuntos del corazón, decidió que dejaría de perder su tiempo y su preocupación.
Manley había conseguido irritar tanto a Allan como a Merlin en cuestión de minutos.
Al otro lado de la habitación, Cole se aferraba a Elliana como si temiera que desapareciera en cualquier momento. Sus besos eran salvajes, casi desesperados, un torrente de deseo que se derramaba en cada caricia, como si pudiera salvar todos los momentos perdidos entre ellos y atraerla irrevocablemente hacia sí.
Elliana solo podía soportar el ferviente abrazo y los besos de Cole, con el cuerpo atrapado bajo su ardiente tacto. Sus labios ardían de calor y toda su presencia irradiaba intensidad. Ella intentó apartarlo, presionando con fuerza sus manos contra su pecho, pero él se mantuvo inmóvil, sólido como una pared.
Cuanto más intentaba Elliana apartarlo, más fuerte la sujetaba Cole. La inmovilizó contra la pared y la cubrió de besos implacables, abrumadores e implacables.
Ella deseaba suplicarle que se contuviera, recordarle que no era el momento adecuado, pero él se negaba a ceder. Cada vez que ella separaba los labios para hablar, él los reclamaba una vez más, y su lengua ardiente recorría la de ella con un fervor implacable. Lo único que se le escapaba eran suspiros suaves y entrecortados, fragmentados y tiernos.
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