Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 173
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 173:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
El hombre enmascarado observaba atónito, con los ojos muy abiertos mientras sus certezas se desmoronaban. En su cabeza, Cole y sus compañeros debían caer como moscas. En cambio, bailaban entre las balas y acribillaban a sus hombres como guerreros experimentados. Se suponía que Cole y su equipo eran una élite mimada,
tipos de cuna con las manos cuidadas. Entonces, ¿cómo demonios luchaban así? Su puntería era implacable, sus reflejos, afilados como cuchillas.
Los hombres de Merritt no eran aficionados, estaban entrenados, endurecidos y eran totalmente despiadados. Sin embargo, de alguna manera, estaban siendo superados en todo momento.
Reconociendo que la marea estaba cambiando, el hombre enmascarado se escabulló entre el caos.
Paige, que había estado viendo las imágenes de vigilancia en su teléfono, se quedó paralizada cuando Merritt fue asesinado a tiros. Ahora, al presenciar el tiroteo cada vez más intenso, se quedó paralizada por la conmoción. ¿Cómo podía haber sucedido esto? No se suponía que se desviara de su resultado esperado. ¿No deberían Cole y Merritt forjar una alianza tras la muerte de Elliana, lo que le permitiría aprovechar la posición de Merritt para acercarse más a Cole?
El yate resonaba ahora con el estruendo ensordecedor de los disparos.
En la habitación contigua, Hailee se había quedado pálida mientras miraba la pantalla del teléfono de Elliana. «Elliana, ¿qué hacemos ahora?», susurró con voz temblorosa.
La puerta de su habitación se abrió de golpe con un estruendo violento. Las luces se encendieron y varios hombres vestidos de negro irrumpieron en la habitación con rifles de asalto en alto, disparando salvajemente a Elliana y Hailee.
Su líder había recibido previamente órdenes de Paige de eliminar a Elliana, pero dudaba, temiendo las repercusiones si actuaba sin la aprobación explícita de Merritt. Había estado retrasando deliberadamente la operación. Mientras dudaba, le llegó la orden del hombre enmascarado: matar a todos los que estaban a bordo del yate, sin dejar testigos. Solo entonces lideró finalmente a su equipo para irrumpir en la habitación de Elliana.
Elliana había previsto esta amenaza. Cuando la puerta se abrió de golpe, empujó a Hailee detrás de una barrera protectora formada por los escombros. Cuando los hombres vestidos de negro abrieron fuego, ella respondió con precisión calculada, con el dedo firme en el gatillo.
Mientras sus atacantes disparaban indiscriminadamente, los tiros de Elliana dieron en el blanco con una eficacia devastadora. En cuestión de segundos, seis figuras vestidas de negro yacían inmóviles en el suelo, con las armas en silencio.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 de acceso rápido
Una vez neutralizado el peligro inmediato, Elliana se volvió para ver cómo estaba Hailee.
Hailee temblaba incontrolablemente, con el rostro pálido bajo la luz intensa.
Elliana señaló una caja de hierro macizo escondida en un rincón. —Hailee, métete en esa caja. Tengo que eliminar las amenazas restantes o el peligro volverá en cualquier momento.
—Oh, está bien —susurró Hailee, levantándose obedientemente e intentando cruzar la habitación. Pero sus piernas la traicionaron, debilitadas por la conmoción, y la hicieron tropezar a cada paso.
Al ver la lucha de Hailee, Elliana se abalanzó hacia ella y la guió hacia la caja de hierro con suave firmeza. —Hailee, recuerda lo que te digo —le ordenó en voz baja y urgente.
«Pase lo que pase, no salgas hasta que vuelva».
Hailee asintió con los ojos muy abiertos, con una nueva comprensión. Ser testigo de la puntería de Elliana había destrozado la percepción que tenía de ella. Elliana poseía una fuerza que desafiaba su comprensión, una capacidad letal oculta bajo su apariencia serena.
.
.
.