Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 170
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 170:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Al darse cuenta de ello, Merritt se humilló aún más. «Sr. Evans, por favor, no se enfade. Solo organicé el secuestro de Elliana para aliviar su carga y establecer una alianza con usted».
«¿De verdad?», espetó Cole con sarcasmo. «¿Le ha quitado a un miembro de mi familia, ha exigido tres mil millones como rescate y llama a eso aliviar mi carga?». Sin atreverse a eludir el tema, Merritt se apresuró a aclarar: «Llevaba mucho tiempo queriendo establecer una conexión con usted, pero nunca había tenido un canal adecuado. Entonces, oí rumores de que Elliana se había encaprichado con usted y le estaba causando problemas, así que pensé en echarle una mano para deshacerse de ella».
Cole entrecerró los ojos al comprender por fin el retorcido razonamiento de Merritt para llevarse a Elliana. Por supuesto, no tenía intención de revelar la verdad sobre su relación con ella, así que mantuvo el rostro impasible mientras preguntaba: —¿Dónde está?
—Se ha ido —respondió Merritt con voz plana, como si el peso de sus palabras ya se hubiera asentado hacía tiempo.
¿Elliana se había ido? Las expresiones de Myles, Aron y Hugh cambiaron al instante, y sus rostros se endurecieron con incredulidad.
Allan, Merlín y Manley, que estaban sentados cerca, volvieron la mirada hacia Cole. Todos sabían lo mucho que Cole apreciaba a Elliana. Cole se había arrojado al peligro, había abordado ese yate hostil, todo con un único objetivo: traer a Elliana de vuelta con vida. ¿Y ahora Merritt afirmaba que estaba muerta? Eso lo cambiaba todo. Ya no había motivo para negociar. Todos se preparaban para ayudar a Cole a convertir ese yate en escombros.
—Señor Evans, puede estar tranquilo. Mi equipo es muy eficiente. Su cuerpo fue eliminado en el mar, no hay pruebas.
Aún ajeno a la tormenta que había desatado, Merritt…
Merritt siguió hablando. —Ninguno de mis hombres revelará nada. Lo echaremos todo en saco roto a una organización criminal extranjera. Así, usted tendrá un informe limpio para su abuelo.
No te lo pierdas en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 para fans reales
¿Elliana había sido asesinada y su cuerpo arrojado al mar? Cole permaneció completamente inmóvil, sin decir nada. Su silencio se prolongó y la expresión de su rostro se volvió cada vez más fría, tan gélida que podía helar la sangre. No había movido ni un músculo, pero la atmósfera comenzó a tornarse tensa, cargada por la presión de algo a punto de estallar.
Finalmente, Merritt percibió que algo andaba mal. Su aire de suficiencia se desvaneció, su sonrisa se desvaneció y su voz titubeó. —Sr. Evans, ¿le molesta algo?
En el siguiente instante, los ojos de Cole se encendieron de rabia y su presencia cambió: ahora era pura ira letal. Todo su ser irradiaba una quietud mortal que hacía que el aire pareciera a punto de romperse. Un pesado silencio se cernió sobre la sala…
El silencio gélido de Cole flotaba en el aire, haciendo temblar a todos los presentes en la sala.
Una tensión nerviosa se apoderó de Merritt, que tenía los nervios a flor de piel. Paige, que observaba desde la pantalla de vigilancia, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
En la habitación contigua, Hailee se volvió hacia Elliana con los ojos muy abiertos y confundida. —Elliana, ¿qué le pasa al Sr. Evans?
Los labios de Elliana se apretaron formando una línea fina. No respondió, su mirada permaneció fija en la pantalla, siguiendo el más mínimo movimiento de la expresión de Cole. Su ira hervía bajo una máscara de compostura, tan feroz que parecía a punto de estallar. No era una calma real, era el silencio antes de una tormenta, el aire cargado de amenaza. Una sola chispa podría desencadenar la explosión que se estaba gestando en su interior. ¿Era su supuesta muerte lo que lo había llevado tan lejos?
.
.
.