Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 165
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Capítulo 165:
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Tras una oleada inicial de pánico, Merritt se obligó a calmarse y dio una serie de instrucciones rápidas al líder que estaba en cubierta. En primer lugar, ordenó actuar de inmediato.
Merritt dio rápidamente una serie de instrucciones al líder en cubierta. En primer lugar, ordenó reforzar las medidas de seguridad, ya que el nivel de peligro en el yate había aumentado. En segundo lugar, hizo hincapié en la necesidad de actuar con extrema precaución y advirtió a todos los hombres de negro que no ofendieran a Cole ni a su tripulación. En tercer lugar, ordenó a todos los hombres de negro que se mantuvieran alerta y cumplieran sus órdenes sin dudar.
Tras recibir estas órdenes, el líder hizo que Allan, Merlin y Manley fueran escaneados. Una vez que el escáner confirmó que no llevaban nada peligroso y que el avión no tenía pasajeros adicionales, se inclinó respetuosamente ante Cole y dijo: «Sr. Evans, por favor, pase».
Cole se sacudió las gotas de agua de su abrigo y caminó con confianza hacia la entrada de la cabina del yate, seguido por los demás.
Normalmente, cuando los familiares de los rehenes entraban en la guarida de los secuestradores, lo hacían con cautela, haciendo todo lo posible por parecer sumisos. Cada palabra era cuidadosamente elegida por miedo a que un solo paso en falso pudiera poner en peligro la vida de los rehenes.
Pero Cole entró en escena como si fuera el dueño del lugar. Con una mano metida casualmente en el bolsillo del pantalón, entró con paso firme y sereno, con la mirada distante y llena de autoridad. No miraba a la gente, sino más bien a través de ella, y cada paso que daba desprendía una presencia fría e intocable. La presencia de Cole convirtió a los hombres armados con rifles de asalto en simples aficionados torpes.
En lugar de mantener el control, los secuestradores armados casi temblaban, mientras que los familiares de los rehenes parecían imperturbables. Una vez que todos entraron en la cabina, Elliana ya no pudo ver lo que sucedía en el muelle. Bajó silenciosamente por la escalera.
Hailee, que había estado esperando cerca, levantó la cabeza con curiosidad. En cuanto los pies de Elliana tocaron el suelo, se inclinó y susurró:
«Elliana, ¿qué está pasando fuera?».
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«Cole está aquí», respondió Elliana con voz tranquila y segura.
Sin perder un segundo, Elliana se dejó caer al suelo, se sentó con las piernas cruzadas y sacó el teléfono del bolsillo. Tras unos cuantos toques y deslizamientos, comenzó a acceder a los sistemas satelitales del yate.
Como se encontraban en mar abierto, lejos de cualquier torre de señal costera, no había cobertura telefónica. Por eso los secuestradores no se habían molestado en quitarles los dispositivos. Lo que no sabían era que Elliana no era otra que la legendaria hacker conocida en todo el mundo como Quinn.
Para alguien como Elliana, violar la exclusiva red satelital del yate era casi un juego de niños.
En cuestión de segundos, su teléfono mostró las imágenes en directo de Cole y los demás mientras se movían por el barco.
Hailee observaba en silencio, atónita, incapaz de creer lo que veían sus ojos. Era como presenciar un acto de magia. Desde que se cruzó en el camino de Elliana, su vida había adquirido la velocidad y la imprevisibilidad de un tren bala, enfrentándola a personas y acontecimientos que nunca hubiera imaginado encontrar.
Tras una breve pausa, Hailee, en silencio…
Se sentó junto a Elliana y fijó la mirada en las imágenes de vigilancia que se veían en la pantalla.
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