Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 152
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Capítulo 152:
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El misterio de cómo Víctor estaba relacionado con Cole seguía rondando la mente de Elliana. Esa pregunta persistente era precisamente la razón por la que había decidido que esa noche sería la noche para entrar en la base de datos del Grupo Evans. ¿Su objetivo? Acceder a los archivos confidenciales de Cole y descubrir la verdad.
La confianza era algo que nunca le faltaba. ¿Y por qué iba a faltarle? No solo era talentosa, era Quinn, una de las tres mejores hackers del planeta. Ningún firewall había logrado detenerla hasta ahora.
En el panorama mundial de la piratería informática, solo había un nombre que se mencionaba junto al suyo: Jody, la única hacker capaz de seguirle el ritmo. Pero la idea de encontrarse con Jody durante esta misión en particular le parecía descabellada. Además, nunca se había rumoreado que Jody estuviera vinculado al Grupo Evans.
Hace cinco años, el mundo tecnológico se estremeció ante el caos desatado por una amenaza digital llamada John. John, un fracaso en el sistema educativo tradicional, había suspendido en la escuela y, por más que lo intentaba, no conseguía encontrar trabajo. Cuando finalmente tocó fondo, su amargura se transformó en una venganza despiadada.
Puede que fuera un inepto social, pero en lo que se refería a la piratería informática, era un genio. Había creado un virus llamado Bad Boy, un monstruo de código que se extendió por todo el mundo como la pólvora. En solo ocho semanas, miles de millones de dispositivos habían sido infectados.
Lo que hacía tan aterrador a Bad Boy no era solo su velocidad, sino el daño que causaba. Sistemas enteros colapsaron, programas quedaron irreparablemente dañados y las pérdidas globales se dispararon a miles de millones. Cundió el pánico. Los gobiernos se apresuraron a actuar. Los informes lo calificaron como el peor brote de virus de la historia digital.
A pesar de la propagación desenfrenada del virus, nadie había logrado localizar a su creador, John. Seguía siendo esquivo, demasiado escurridizo, demasiado hábil. Expertos en ciberseguridad de todos los continentes habían intentado atraparlo, y todos habían fracasado estrepitosamente.
A medida que pasaban las semanas, la arrogancia de John se había disparado. Desde entonces, había atacado un nuevo país casi a diario, dejando tras de sí grafitis digitales que se burlaban de todos los intentos fallidos por detenerlo.
Justo cuando el mundo parecía indefenso ante el caos desatado por este loco, dos nuevas figuras entraron en escena: una conocida solo como Q y la otra como J.
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Mientras John lanzaba otro ataque contra una red extranjera, Quinn y Jody entraron en acción en el mismo momento, interrumpiendo su ataque. Con una precisión milimétrica, desmantelaron su brecha y revelaron su verdadera identidad ante los ojos del mundo.
Al final, John fue arrestado por la Interpol y encarcelado. ¿Pero Quinn y Jody? Desaparecieron en cuanto se calmaron las aguas, saliendo de la luz pública como sombras al amanecer. Sin fotos. Sin nombres. Sin rastro de su origen. El mundo se quedó preguntándose quiénes eran y adónde habían ido.
Ahora, años después, Elliana, la legendaria hacker Quinn, estaba sentada en su escritorio con los dedos volando sobre el teclado, rompiendo la seguridad del Grupo Evans con indiferencia. Pero solo pasaron dos segundos antes de que algo la hiciera congelarse.
Se había encontrado cara a cara con Jody, sus caminos se habían cruzado de una manera que no había visto venir. El mismo fantasma que había desaparecido cinco años atrás estaba de repente vivo y bloqueándole el paso. Hablando de giros del destino. Un ping apareció en su pantalla. Jody se había puesto en contacto con ella. «No esperaba encontrarte aquí».
Elliana se quedó paralizada durante un segundo antes de responder: «Sí, yo tampoco contaba con esto».
A partir de ahí, la conversación fluyó con facilidad, casi como si estuvieran poniéndose al día con un viejo amigo. A pesar de su breve historia, siempre se habían admirado mutuamente. En un mundo en el que la mayoría estaban por debajo de ellos, cruzarse con alguien en igualdad de condiciones era algo poco habitual.
Jody no perdió el tiempo. «¿Qué te trae por aquí, husmeando en el Grupo Evans?».
Elliana no mintió. «Solo estoy cogiendo un archivo que necesito». Añadió un emoji guiñando un ojo. «Pensaba que sería un trabajo fácil hasta que apareciste».
Con su característico humor seco, Jody respondió: «Lo siento mucho». Añadió un emoji a juego.
Eso la hizo sonreír. Sus dedos se posaron sobre el teclado mientras chasqueaba la lengua.
En realidad, cinco años atrás, había querido enfrentarse a Jody como es debido, para ver quién salía realmente victorioso. Pero él había desaparecido demasiado rápido tras el incidente de John, sin dejar nada más que una despedida educada y un chat vacío. Ahora que Jody había reaparecido, la inquietud había vuelto. Esa curiosidad inquieta. Esa atracción que no podía ignorar. Necesitaba ver cuánto había mejorado Jody en los últimos cinco años. Pero la emoción luchaba con la precaución. No se trataba de miedo, al menos no de perder. El problema era el escenario. Si ella y Jody se lanzaban a por todas dentro de esta red, era imposible que Cole no se enterara. Y si Cole se enteraba…
Las cosas se pondrían feas. Rápidamente. Él sabría que ella era Quinn. Sabría que había entrado en los sistemas del Grupo Evans solo para husmear en sus archivos personales. Esa no era una conversación que ella quisiera tener.
Antes de que pudiera decidirse, Jody le envió otro mensaje. «Estás muy callada. ¿Debatiendo tu próximo movimiento?».
Evidentemente, Jody tampoco estaba haciendo ningún movimiento. Ninguno de los dos había husmeado en el rastro digital del otro. Ambos se estaban conteniendo. Sabían lo que pasaría si uno de ellos daba el primer paso. No sería una simple escaramuza. Se convertiría en un enfrentamiento legendario, uno que podría eclipsar la caída de John cinco años atrás. A ninguno de los dos les gustaba ese tipo de atención. Ya no.
Tras una larga pausa, los dedos de Elliana finalmente comenzaron a bailar sobre el teclado mientras empezaba a escribir su siguiente mensaje.
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