Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 151
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Capítulo 151:
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La sonrisa de Trinity se desvaneció en el momento en que las palabras de Elliana calaron en ella.
Antes de que Trinity pudiera recuperarse, Lance saltó en su defensa. —Así que, Elliana, ¿crees que una pastilla de Venacure te convierte en la reina del mundo? Esa actitud solo denota envidia. Trinity está claramente fuera de tu alcance y no puedes soportarlo.
—¿Fuera de su alcance, cómo exactamente? —La voz de Jeff cortó la tensión—. ¿No fue ayer por la mañana cuando Barbara aún respiraba y Trinity la dio por muerta? Todo el mundo lo vio. Si Elliana no hubiera intervenido, ese ataúd preparado por los Henderson todavía estaría en el salón de la familia Evans».
Eso golpeó directamente el orgullo de Trinity. Sus mejillas se sonrojaron bajo el peso del recuerdo. Diagnosticar erróneamente a alguien vivo como muerto no era un error que se desvaneciera con el tiempo. Persistía.
Lance se quedó en silencio por un momento. Luego, terco como siempre, dijo: —Todos los médicos profesionales declararon muerta a Barbara. ¡Trinity no se equivocó!
Jeff se burló, cruzando los brazos. —Eso solo demuestra que Elliana está diez pasos por delante de Trinity y de esos «profesionales» a los que defiendes. Lance no respondió. Su silencio lo decía todo.
Pero Jeff no estaba dispuesto a dejarlo pasar. «¿De verdad crees que alguien como Elliana tiene que envidiar a Trinity? Ella juega en otra liga».
Trinity ardía por dentro, pero mantuvo su apariencia impecable. Su voz era melosa, suave como siempre. «Tienes razón, Jeff. Elliana es brillante. Debería aprender de ella». Como siempre, interpretó su papel a la perfección: humilde, amable e intocable.
Trinity había dominado el arte de llevar máscaras. Sus palabras la pintaban como una persona considerada y amable, pero Jeff no se dejó engañar ni por un segundo. No se molestó en reconocerla. En cambio, se volvió hacia Lance y murmuró: «Idiota».
«¡Tú!», Lance casi explotó, con el pecho hinchado por la furia contenida. Aun así, se mordió la lengua. En esa casa, Cole era el único capaz de controlar a Jeff.
Tratando de ignorar su irritación, Trinity volvió a centrar su atención en Elliana. —Dijiste que debía tener cuidado, que quizá me estuvieran utilizando. ¿Te importaría explicarme por qué?
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Con expresión tranquila, Elliana se encogió de hombros con indiferencia. —Solo es un pequeño consejo. Se dice que Milena no está afiliada a ninguna institución. Mantiene un perfil bajo y trabaja sola. Su repentina conexión con una universidad me parece sospechosa.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Trinity. —Eso suena a chisme. ¿Acaso has conocido a Milena?
Había cierta ironía tras la dulzura, pero Elliana no se inmutó. Le devolvió una sonrisa tranquila, sin decir nada.
Trinity se inclinó hacia ella, envalentonada.
—El profesor Sampson, mi mentor, es una de las figuras más respetadas del mundo médico de Ublento. Es propietario de hospitales y empresas farmacéuticas… Su influencia va mucho más allá de lo que el Grupo Jones ha logrado jamás. ¿Por qué iba a equivocarse en esto?
—Lo entiendo, todas las familias médicas de Ublento sueñan con trabajar con Milena. Tú eres la heredera de los Jones, así que es lógico que quieras lo mismo. —La voz de Trinity era suave, pero sus palabras tenían el peso de su acusación.
No queriendo quedarse fuera, Lance añadió con una sonrisa burlona: —Los celos realmente trastornan la mente de la gente, ¿eh?
Elliana no había hablado por rencor. Había lanzado esa advertencia porque era evidente que alguien estaba utilizando su nombre para su propio beneficio. En el fondo, también sospechaba que alguien se estaba haciendo pasar por ella y que todo este montaje podría ser una trampa de un enemigo oculto. Era muy probable que una organización más peligrosa estuviera tratando de atraerla a una trampa. Pero como Trinity no quería hacer caso de la advertencia, decidió dejar que las piezas cayeran por sí solas.
Con ese pensamiento, Elliana sonrió a Trinity. —Bueno, buena suerte. —Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y subió las escaleras.
Jeff, que nunca perdía una oportunidad, sacó la lengua a Trinity y Lance como un niño travieso antes de salir corriendo tras Elliana. Cuando Elliana llegó a la puerta de su dormitorio, Jeff ya estaba detrás de ella.
—¡Elliana!
Elliana se volvió, con expresión indescifrable.
Con pasos vacilantes, Jeff se acercó. Su energía habitual se había atenuado un poco. —¿Dónde has estado todo el día?
Elliana soltó una breve risa. —¿Me he perdido la parte en la que empecé a darte cuenta de todo?
—N-No, quiero decir… Es que estaba preocupado —murmuró, frotándose la nuca.
Levantó el teléfono con torpeza y preguntó: «Oye, eh… ¿Puedo añadirte a WhatsApp?».
Temiendo que ella se negara, le dedicó rápidamente una sonrisa aduladora. Elliana no dijo que no. Metió la mano en el bolsillo, sacó el teléfono y lo añadió sin decir nada.
Ese pequeño gesto bastó para que Jeff se iluminara como un niño en una tienda de golosinas. «¡Sí! ¡Ahora puedo enviarte mensajes cuando quiera!».
Sin embargo, su emoción se desvaneció rápidamente cuando Elliana respondió con frialdad: «Solo si es importante. Normalmente estoy muy ocupada».
La sonrisa de Jeff se desvaneció durante medio segundo antes de volver a esbozarla, como si nada hubiera pasado.
«¿Necesitas algo más?», preguntó ella.
Él negó con la cabeza. «No, eso es todo».
Con eso, Elliana entró en su habitación y cerró la puerta tras de sí.
Jeff se quedó fuera un momento, sintiéndose un poco desanimado. Aun así, la idea de tener su contacto le devolvió la sonrisa. Guardó el teléfono en el bolsillo y se dirigió a su habitación.
Mientras tanto, Elliana ya había pasado página. Más tarde, esa misma noche, abrió su portátil en la tranquilidad de su habitación y se coló en la red interna del Grupo Evans, en silencio y sin ser detectada.
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