Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 150
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Capítulo 150:
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En el momento en que se mencionó el nombre de Víctor, algo brilló en los ojos de Elliana. Sin dudarlo, aceleró el motor y condujo su motocicleta directamente hacia el estudio.
Matthew la siguió de cerca, sin perder ni un segundo para alcanzarla. Una vez que Elliana detuvo la moto, se quitó el casco y lo miró de reojo. «Suéltalo».
Matthew no se detuvo. «Hace quince años, Víctor vivía en Ublento, pero llevaba una vida discreta. Era dueño de un pequeño restaurante no muy lejos de la finca de la familia Jones».
Las palabras golpearon a Elliana como un muro de ladrillos. Se quedó paralizada, levantando las cejas con sorpresa. —¿Un restaurante?
Él asintió levemente y le entregó una carpeta. —Sí. Estas son fotos de aquella época. El local era diminuto, de solo unos cincuenta metros cuadrados. Ganaba lo justo para vivir, unos cien mil dólares al año.
Sentada en su bicicleta, Elliana hojeó el archivo. Sus ojos recorrieron cada página con creciente intensidad. —¿Cuánto tiempo lo mantuvo en funcionamiento? ¿Qué pasó después?
Matthew respondió con precisión. —Lo llevó durante algo más de cinco años. Luego se produjo el incendio en la finca de los Jones. Poco después, el restaurante cerró. ¿Y Víctor? Desapareció. No hay registros, ni rastro.
La cronología la impactó. Un hombre con un pasado tan modesto que desapareció justo después de que su madre desapareciera, y luego apareció años más tarde en Podgend, justo en medio del registro de su matrimonio con Cole. No tenía sentido. Su vida había cambiado demasiado como para ignorarlo.
Elliana apretó los labios, con la mente llena de preguntas.
El expediente que Matthew le entregó contenía una serie de fotos de Víctor, cada una de ellas capturando su rostro con detalles nítidos e inconfundibles.
Víctor era de complexión robusta, con cejas pobladas y ojos que denotaban una inquietante agudeza. Había algo en él, demasiado sereno, demasiado compuesto para un hombre que supuestamente había pasado años friendo fideos en un restaurante abarrotado. No era solo un humilde empresario. Ese restaurante tenía que ser una tapadera. Se escondía detrás de él, enmascarando algo mucho más complejo.
No pudo evitar preguntarse: ¿era Víctor un agente de Delta, infiltrado en Ublento en una misión? Y si era así, ¿quién lo había enviado? ¿Qué misión podía tener?
La mirada de Elliana se agudizó. Cuanto más lo pensaba, más se complicaba el rompecabezas. No podía descartar la implicación de Víctor en su matrimonio con Cole. Ese detalle lo convertía en algo personal. No podía ser una simple coincidencia. Encontrar a Víctor podría ser la clave para desvelar tanto la desaparición de su madre como la verdadera razón por la que estaba unida a Cole.
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—Moviliza todas las ramas de la Sociedad Estelar —ordenó sin levantar la vista—. Quiero que encuentren a Víctor. Ahora mismo
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Operando en silencio bajo el liderazgo de Donovan, la Sociedad Estelar había mantenido un perfil bajo en todo Ublento. Las cosas empezaron a cambiar cuando Elliana entró en escena con solo dieciséis años. Aunque la organización se mantuvo discreta en apariencia, había expandido rápidamente su alcance más allá de las fronteras e incluso se había adentrado en el territorio del Delta. Toda esa expansión tenía un único objetivo: encontrar a su madre. Y ahora, parecía que todos esos años de esfuerzo por fin estaban empezando a dar sus frutos.
Algún tiempo después, encerrada en el estudio de su suite, Elliana se sumergió en el papeleo y la investigación hasta el atardecer. Hizo una pausa para comer lo que Matthew le había dejado. Después, finalmente se levantó para marcharse. La oscuridad ya se había apoderado de la finca de la familia Evans cuando regresó.
En el interior, el comedor estaba en silencio y la familia se había trasladado al salón, donde tomaban una copa y conversaban. La voz de Trinity destacaba entre las demás, rebosante de orgullo. —El profesor Sampson ha dicho que pronto partirá en un viaje confidencial. Es parte de una colaboración médica con Milena. Me ha pedido que lo acompañe.
Elliana tenía pensado saludar rápidamente y subir a su habitación. Pero al oír su nombre, que los demás no sabían que era el suyo, se detuvo en la escalera y escuchó con atención. No había quedado con Murray. No había ningún plan, ninguna invitación.
—¡Es increíble, Trinity! —exclamó Lance, claramente impresionado.
Mirando a Rubén, Lance añadió con entusiasmo: —Abuelo, deberíamos preparar una nota manuscrita. Trinity puede entregársela cuando vea a Milena. Seguro que Milena aceptará tratar a Barbara y Charles si la familia Evans se lo pide directamente.
Rubén no lo dudó. —Contamos contigo, Trinity. Transmite nuestro mensaje a Milena.
Con un gesto suave y elegante, Trinity sonrió. —Haré lo que pueda, Rubén. Me aseguraré de que te escuche.
—Eres como una estrella de la suerte para la familia Evans, Trinity —dijo uno de los parientes más mayores con una cálida sonrisa.
Un ligero rubor tiñó las mejillas de Trinity. —Son demasiado generosos. El profesor Sampson ocupa un lugar destacado en la comunidad médica de Ublento. Dirige varios hospitales y centros de investigación. Milena respeta su experiencia, por eso está dispuesta a colaborar. Yo solo estoy aquí de acompañante. Esta oportunidad surgió gracias al profesor Sampson, no a mí.
A pesar de mantener un tono modesto, Trinity no podía ocultar el orgullo que brillaba bajo la superficie. Cuanto más hablaba, más encantada parecía la familia Evans con su encanto.
Alguien añadió: «No es suerte, es tu talento, Trinity. Por eso el profesor Sampson confía en ti».
«Trinity es realmente el orgullo de la familia Evans», dijo otro, mientras la sala seguía resonando con admiración.
En medio de los halagos, Trinity se fijó en Elliana, que estaba de pie en silencio junto a la escalera. Con una sutil inclinación de la barbilla, le lanzó una mirada de satisfacción, disfrutando de la superioridad que imaginaba tener.
Pero Elliana ni pestañeó. En cambio, rompió el calor de la sala con una voz fría como el acero. —Señorita Craig, quizá debería tener cuidado… Parece que alguien está tendiéndole una trampa.
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