Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 139
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Capítulo 139:
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Elliana miró la sonrisa melosa de Darin y esbozó una sonrisa. «Somos familia, ¿no? No es nada».
Darin exhaló y llenó con entusiasmo la copa de champán de Elliana. De repente, aquella cena tan cara le pareció un dinero bien gastado.
Elliana levantó la copa, dio un sorbo delicado y evitó cualquier conversación sobre invertir dinero en el Grupo Jones. En su lugar, lanzó una pregunta inesperada. —¿De dónde es mi madre?
Darin se quedó paralizado, tomado por sorpresa. Lo que quería era cerrar la inversión en el Grupo Jones, no entrar en el pasado de Rita. Pero con Elliana en el papel de Rosa, no podía permitirse enfadarla. Tenía que seguirle el juego.
—Sinceramente, no sé de dónde es tu madre —admitió Darin.
Elliana arqueó las cejas. —Estabas casado con ella. ¿Cómo no sabes de dónde es?
Darin frunció los labios como si estuviera luchando con un secreto demasiado difícil de revelar. —Nunca me lo dijo. Tuve que mover algunos hilos y pagar a un tipo para que le creara una identidad en Ublento.
La mente de Elliana daba vueltas. ¿Así que ahora la identidad de su madre era falsa? Eso no tenía sentido. —Entonces, ¿cómo se conocieron? —preguntó.
Darin frunció aún más el ceño. —Elliana, ¿por qué de repente tienes tanta curiosidad por esto?
—Todos los demás pueden escuchar la historia de amor empalagosa de sus padres. ¿Por qué yo no puedo saber la mía? —replicó ella, tan tranquila como si nada.
Darin asintió con la cabeza, como si no pudiera rebatir eso.
—¿Dónde aprendió mamá tus conocimientos médicos? ¿Por qué vino a Ublento? ¿Y por qué te eligió a ti para casarse? —Elliana soltó una ráfaga de preguntas como una ametralladora.
La cara de Darin se volvió aún más preocupada y, tras una larga pausa, murmuró: —Aunque no te lo creas, fue tu madre la que me persiguió.
Elliana entrecerró los ojos. ¿Hablaba en serio? ¿Rita persiguiendo a Darin? Eso sonaba como un chiste malo. Para ella, Darin era tan normal como cualquiera, nada especial en medicina ni en los negocios. Era imposible que estuviera a la altura de su madre.
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—Señor Jones, ¿cuenta con que mamá no aparezca para llamarle la atención por esto? —bromeó Elliana, con tono sarcástico.
El rostro de Darin se ensombreció. —Elliana, entiéndelo: crees que yo no era lo suficientemente bueno para ella. Pero es la verdad. Ella fue quien me persiguió.
—¿Por qué? —insistió Elliana—. ¿Qué veía en ti?
—No lo sé.
—¿La amas?
—Más que a nada.
«Entonces, ¿por qué la engañaste e incluso tuviste hijos con Kiara?».
«Elliana, eso es entre tu madre y yo. No voy a entrar en eso, así que déjalo», dijo Darin con voz firme como el acero. «Solo diré esto: tu madre apareció en Ublento sola, sin identidad, sin pasado. Yo le conseguí el apellido Rita Marsh. Se casó conmigo y me ayudó a construir mi negocio farmacéutico. Eso es todo lo que vas a saber».
Elliana frunció el ceño, pero no insistió. Así que su madre era un enigma andante. Sin identidad, sin pasado, solo talento en bruto. Había llegado a Ublento, había elegido a Darin entre todos los hombres, había tenido un hijo y luego, puf, se había esfumado. ¿Quién era realmente? Los pensamientos de Elliana divagaban, perdidos en el misterio.
—Elliana, ¿cuánto puedes invertir en el Grupo Jones? —La voz de Darin la devolvió a la realidad.
Después de un momento, dijo: —Claro, puedo vender un cuadro por mil millones, pero tengo todo un equipo de la marca Rosa que mantener a flote. No he ahorrado mucho. Si estás apurado, puedo darte cien mil dólares.
«¿Cien mil?». Darin estaba furioso. Eso ni siquiera cubriría la cuenta de ese lujoso comedor privado. Solo la sala costaba cien mil dólares la hora, ¡y llevaban allí tres horas! Elliana no pestañeó ante su crisis nerviosa. Se levantó y se marchó.
Solo cuando se hubo ido, Darin se dio cuenta de que lo habían manipulado como a un títere. La furia lo invadió y agarró el vaso que había sobre la mesa, dispuesto a lanzarlo. Pero, en medio del movimiento, se detuvo. La vajilla del Hotel Ublento era elegante, seleccionada a mano y absurdamente cara. Romper ese vaso le costaría una fortuna.
Después de un segundo, lo dejó en la mesa, con el pecho agitado por la rabia que no podía liberar.
Elliana salió del Hotel Ublento y se dirigió a la finca de la familia Evans.
Durante el trayecto, su teléfono vibró. Era el equipo de producción de «El viaje de graduación de la heredera». Le informaron de que el programa había sido cancelado. En otras palabras, no habría más rodaje. El programa había muerto oficialmente.
Elliana colgó y soltó una risa seca.
Había planeado utilizar el programa para limpiar su nombre de los rumores de incendio provocado. ¿Quién hubiera pensado que su primer movimiento sería tan brutal que acabaría con todo el programa?
En el mundo del espectáculo, se necesitaba una imagen pública a prueba de balas. El escándalo de Paige por hacer trampa en el Concurso de Pintura Starry Oil había quedado enterrado por ahora, pero podría resurgir si sus rivales decidían removerlo. Por eso Paige había abandonado sus sueños de fama.
Aplastar las esperanzas de Paige en Hollywood le sentó bien, pero a Elliana le dejó un remordimiento por Hailee. Hailee contaba con el dinero del programa para pagar las facturas médicas de su novio. Tras un momento de silencio, Elliana marcó el número de Hailee.
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