Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1286
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Capítulo 1286:
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«Mamá… Por fin te he encontrado. Soy Elliana, tu hija».
¿Su hija? Rita miró fijamente el rostro de Elliana, buscando desesperadamente en su mente aunque fuera un solo recuerdo claro. Pero cuanto más lo intentaba, más agudo se volvía el dolor, hasta que le empezó a palpitar la cabeza.
Al ver la angustia en el rostro de su madre, Elliana se apresuró a consolarla.
«No pasa nada. Tienes amnesia. No recuerdas nada, pero lo solucionaremos. No te esfuerces».
Sacó una foto gastada de su bolsillo y la puso en las manos de Rita.
«Toma. Esta soy yo cuando tenía cinco años. Tú me estabas cogiendo en brazos».
Rita observó la foto. La mujer que sonreía en ella era sin duda alguna ella misma de joven. Una chispa de emoción se encendió en sus ojos. Levantó la vista, con la respiración entrecortada.
—¿De verdad eres mi hija?
—Por supuesto. Y tú tienes un hijo —dijo Elliana con cariño. Sacó una segunda foto, esta vez de Milton, y se la pasó a Rita.
—Este es tu hijo. Se llama Milton.
A Rita se le cortó la respiración en cuanto vio su rostro. No lo dudó ni un segundo. Sus rasgos se parecían mucho a los de ella. La gente siempre decía que los niños se parecían a sus madres, y esta foto era la prueba.
Abrumada, Rita extendió la mano y agarró con fuerza las manos de Elliana.
—Lo siento mucho… Perdí la memoria. Lo olvidé todo.
Elliana sintió una calidez en el pecho. Por primera vez en años, se sentía completa. Las lágrimas brillaban en sus ojos, pero su sonrisa era firme.
«Mamá, nada de esto es culpa tuya. Lo que importa es que por fin te he encontrado. Nuestra familia volverá a estar unida», dijo en voz baja.
Sacó otra foto más, la de Arthur.
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«Este es papá. Te quería».
«Más que a nada, y tú lo querías igual. Te ha estado buscando todos estos años».
Al oír las palabras de Elliana, a Rita se le hizo un nudo en la garganta y no pudo articular palabra.
Diez años atrás, Rita se había despertado en un lugar desconocido, con la memoria borrada como una página en blanco. No tenía ni idea de dónde venía ni de lo que había vivido.
Durante todo ese tiempo, había pensado que era una vagabunda, alguien olvidado por el mundo. Ni en sus sueños más descabellados había imaginado que alguna vez tuvo una familia como esta. Una hermosa hija. Un hijo guapo. Un marido que la amaba profundamente. Para colmo, su hija no era otra que la mundialmente famosa Milena. Casi parecía irreal, como un sueño del que temía despertar.
Rita miró fijamente la foto de Arthur, sintiendo cómo crecía en ella una sensación de familiaridad, un amor que le llegaba hasta lo más profundo. El hombre tenía cejas marcadas, ojos brillantes y una presencia imponente, exactamente su tipo. Era su marido. Se llamaba…
Su nombre rondaba en su mente, familiar pero inalcanzable.
«Elliana, ¿cómo se llama tu padre?», preguntó finalmente.
Pero tan pronto como el nombre salió de sus labios, se quedó paralizada. Había salido con tanta naturalidad, como si su corazón ya lo supiera.
El rostro de Elliana se iluminó.
«Mamá, mi padre se llama Arthur Campbell. Es el actual director del Grupo Sun».
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