Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 127
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Capítulo 127:
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Elliana tenía un verdadero don para la imitación. La expresión suave e inocente que tenía ahora era casi idéntica a la habitual de Trinity. Pero Lance se dio cuenta de la falsa disculpa sin siquiera intentarlo.
«Elliana, esto no es un accidente. Está claro que lo estás haciendo a propósito. ¿Por qué te haces la dulce e inocente?», espetó Lance.
En ese momento, las lágrimas brotaron de los ojos de Elliana como si fuera una señal. «Si no me perdonas, supongo que ya no quieres que viva aquí con la familia Evans. No pasa nada. Iré a hacer las maletas y me iré. Así no tendrás que decirlo en voz alta.
—¡Tú! —La frustración se desbordó y Lance apretó los dientes—. ¿Cuándo he dicho que quería que te fueras? ¡Lo estás tergiversando todo! ¿De verdad intentas engañar a todo el mundo con esta pequeña actuación?
Al oír esto, Elliana se secó las lágrimas con un gesto dramático y le dedicó una sonrisa maliciosa antes de subir las escaleras.
Lance se quedó paralizado, algo hizo clic en su mente un momento demasiado tarde. La vergüenza se apoderó de él cuando volvió la cabeza hacia Trinity. Un rubor intenso se extendió por las mejillas de Trinity. Ahora no sabía qué hacer. Volver a su actuación habitual confirmaba que había recurrido a esos trucos bajos, pero dejar de actuar era impensable. Elliana la había acorralado y la había dejado en ridículo. En ese momento, nadie podía ignorar la etiqueta que le habían puesto a Trinity: manipuladora y falsa.
—Trinity, no te lo tomes tan en serio. Sé que no eres así —dijo Lance con torpeza.
Trinity apretó los labios, casi tentada de borrar a Lance de su vida por completo. Sin embargo, se tragó la irritación que bullía en su interior y mantuvo la apariencia de una mujer frágil y herida. «No pasa nada, Lance. Sé que no querías hacerme daño. Pero Elliana sigue viéndome mal. ¿Qué puedo hacer para que me perdone?».
«¡Ja!», soltó Jeff con una risa aguda. El mismo chico que siempre había defendido a Trinity ahora la miraba con puro desdén. «Lance, quizá es hora de que empieces a mirarte a ti mismo por una vez».
Lance entrecerró los ojos y espetó: «¿De qué estás hablando?».
Levantando la barbilla, Jeff respondió a la mirada de Lance con desprecio. «Elliana no podría haberlo dejado más claro, ¿y aún no lo entiendes? Qué idiota».
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«¡Tú!». Lance apretó la mandíbula, furioso, pero no pudo hacer nada contra Jeff. Trinity puso más emoción en su actuación, con lágrimas corriendo libremente por su rostro. «Jeff, antes te importaba mucho. ¿Por qué de repente me has malinterpretado tan profundamente?».
Antes, verla llorar habría hecho que Jeff corriera a su lado. Pero ahora, le dirigió una mirada llena de disgusto y puso los ojos en blanco. «No es que de repente te haya malinterpretado. Por fin he despertado y he visto tu verdadera cara».
Dirigió su atención a Lance con una mirada que dejaba muy clara su opinión. «Es una pena que algunas personas sigan cayendo en la manipulación más obvia como tontos. Si eso es lo que quieres, adelante. Es tu decisión».
Sin esperar respuesta, Jeff se dio la vuelta y subió las escaleras, dejando a Trinity y Lance en un silencio que ninguno de los dos podía romper.
—Trinity, ¿quieres mudarte de la residencia Evans? —preguntó Cole de repente. Su voz se mantuvo firme y sin emoción, pero había algo en ella que pesaba mucho en la habitación.
El cuerpo de Trinity se tensó y se enderezó. Una sonrisa forzada se dibujó en su rostro bañado en lágrimas. —En absoluto, Cole. Estoy bien viviendo en la residencia Evans.
El rostro de Cole no se inmutó. Sus ojos permanecieron fijos en ella mientras respondía: «De todos modos, siempre eres libre de volver a la residencia de la familia Craig». Las palabras la golpearon como una bofetada en la cara. El calor le subió a las mejillas mientras la humillación se apoderaba de ella. Viniendo del heredero de la familia Evans, esa declaración sonaba como un despido formal. Pero marcharse no era lo que quería. Si pensaba quedarse, la única opción que le quedaba era morderse la lengua y tragarse la vergüenza.
Trinity inclinó la cabeza, manteniendo los labios sellados.
Sin mirarla, Cole se volvió hacia Rubén y dijo: —Lo siento, abuelo. Por favor, perdóname por llegar tan tarde a casa.
—Pensaba que no ibas a volver. Supuse que habías renunciado a tu lugar en esta familia», dijo Rubén con voz fría y expresión aún más fría.
Cole entendió la ira en las palabras de su abuelo, aunque no podía ofrecer una explicación adecuada. Lo único que pudo hacer fue suavizar el tono y decir: «Abuelo, esa nunca fue mi intención».
Rubén entrecerró los ojos y, tras una pausa, levantó el bastón y lo dejó caer sobre la pierna de Cole. —¡Niño desagradecido! Abandonaste a Elliana sin pensarlo dos veces.
—Lo pensé. ¡Y sin embargo, fue ella quien se levantó y salvó a la familia Evans cuando más lo necesitábamos!
Cole se quedó allí en silencio, meditando en silencio lo injusto que le parecía el regaño. No se trataba de que él hubiera abandonado a Elliana. Ella lo había rechazado, dos veces. Pero no podía decirlo en voz alta.
—Elliana sacrificó su preciado Venacure, un recuerdo de su madre, para ayudar a la familia Evans a superar esta crisis. Venacure no tenía precio y tenía un profundo valor sentimental para ella. ¿Entiendes la magnitud de su sacrificio?». Rubén levantó el bastón y volvió a golpear a Cole. «¿Tienes algún sentido de la gratitud?».
Cole levantó una ceja, conteniendo a duras penas su frustración. No era ciego a lo que Elliana había hecho. Lo entendía todo. Pero saberlo no cambiaba el hecho de que ella no quería saber nada de él. Con una mirada severa, Rubén preguntó: «Después de todo lo que ha hecho, ¿no crees que lo menos que puedes hacer es consumar el matrimonio con ella?».
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