Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1267
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Capítulo 1267:
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Qué cruel ironía. Ser aplastado no solo por un Griffith, sino por la hija de la mujer que nunca pudo tener… y otro hombre.
Quizás esa era la maldición de todos los hombres Griffith: que se les negara todo lo que querían reclamar. Una risa hueca se escapó de los labios de Miguel.
De vuelta en la finca Harmony, los dedos de Elliana se cernían sobre el teclado. Al oír su risa a través de su enlace, supo exactamente lo que estaba pensando.
«¿Te sientes desesperado?». Su voz era tranquila, pero cortante.
«Tú le hiciste esto a otros, Miguel: los convertiste en esclavos de tu ambición. Soñabas con dominar el mundo con tu virus. Ahora que las tornas han cambiado, dime: ¿te arrepientes?».
Los ojos de Miguel se oscurecieron.
«No te dejaré ganar, Elliana».
Las palabras salieron ásperas y temblorosas. Levantó la pistola que tenía en la mano y presionó el frío cañón contra su sien.
Aunque Elliana no podía ver lo que estaba pasando por parte de Miguel, su chip monitorizaba los cambios en sus ondas cerebrales, lo que le permitía anticipar sus acciones.
Cuando Miguel se presionó la pistola contra la sien, Elliana supo que planeaba apretar el gatillo. No pestañeó. Pulsó el pequeño botón oculto en la palma de su mano.
Se le adelantó. Antes de que su dedo pudiera apretar el gatillo, la rutina del chip se activó.
En un latido, era un hombre desafiante dispuesto a morir antes que obedecer. En el siguiente latido, su mente se quedó en silencio. Su libre albedrío se rompió como una ramita. Se quedó paralizado y en blanco, como una máquina recién encendida y esperando instrucciones.
Elliana escribió un comando rápido y habló con voz plana y firme.
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—Tú eres Miguel. Eres mi mascota y yo soy tu ama, Elliana. ¿Lo entiendes?
«Lo entiendo», respondió él, con la voz vacía de vida.
«Bien». Ella sonrió, con una sonrisa fría como el acero.
«Tres órdenes. Sin errores. Sin excusas. ¿Las cumplirás?».
«Sí», dijo Miguel, obediente. La imponente figura de hacía unos instantes se había reducido a un eco vacío.
Eva y Wanda se quedaron boquiabiertas. El miedo se convirtió en incredulidad. ¿Cómo había llegado a ser así el hombre por el que habían temblado?
Elliana ignoró sus caras y dio sus órdenes.
«Primero: destruye todos los chips y virus que has creado. No debe quedar ninguna investigación. Segundo: cierra todos los laboratorios relacionados con esos proyectos. Borra todos los rastros. Tercero: no te muevas de este lugar. Alguien vendrá a recogerte».
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