Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1244
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Capítulo 1244:
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Poco después, su casa se convirtió en un desfile de visitantes. Todos venían a felicitarles y a alabar a su extraordinaria hija. Arrastrados por la oleada de admiración, poco a poco perdieron el sentido de la realidad. Sus corazones se llenaban de alegría al imaginar el día en que Katrina se convertiría en la futura cabeza de la familia Griffiths.
Pero ese sueño pronto se tornó amargo.
Todos los sucesores de los Griffiths se sometían a un entrenamiento brutal, con lecciones y pruebas que ponían a prueba tanto la mente como el cuerpo. Katrina, que carecía del agudo instinto de sus compañeros, tropezaba una y otra vez. Los castigos de Maxine eran rápidos y severos, y cada uno de ellos la hería más profundamente en su espíritu.
Día tras día, la Katrina que antes era alegre y despreocupada se transformó en alguien fría y distante. A veces, su ira estallaba sin previo aviso, feroz y aterradora.
Clifford y Belinda sabían que Katrina estaba sufriendo. Cuando la presión se volvía insoportable, Katrina se encerraba en sí misma y se desgarraba de dolor hasta que su cuerpo quedaba marcado por él. Verla así era un dolor más agudo que cualquier otro que Clifford y Belinda hubieran conocido jamás.
Muchas veces habían querido suplicarle a Maxine que dejara ir a Katrina, que se retractara de su decisión y permitiera a su hija llevar una vida sencilla y tranquila.
Pero el miedo los mantenía cautivos. La idea de ofender a Maxine y condenar a su familia los paralizaba en silencio. Katrina tampoco les permitiría hacerlo: la vergüenza de perder su posición como heredera, de convertirse en objeto de desprecio, la aterrorizaba más que el propio sufrimiento.
Se había encerrado en una prisión de orgullo y dolor, rechazando cualquier vía de escape. Y así, su tormento se había convertido en el de Clifford y Belinda.
Cuando Katrina fracasó en su misión de matar a Elliana, Clifford y Belinda pensaron que se había ido para siempre. Su dolor era insoportable, pero en el fondo, una pequeña voz les susurraba que quizá fuera lo mejor. Al menos, su sufrimiento había terminado por fin.
Ahora, Elliana revelaba que Katrina seguía viva e incluso había vuelto a ser la chica inocente y despreocupada que era antes. Las lágrimas volvieron, imparables. La amnesia no importaba. Si Katrina ya no recordaba el dolor, por fin era libre. Para ellos, era como si hubiera renacido, una segunda oportunidad para amarla como es debido, para protegerla de todo daño. En silencio, hicieron una promesa. Esta vez, nunca volverían a dejar que se enfrentara a esa oscuridad.
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Clifford carraspeó, con la voz temblorosa.
—Si me permiten preguntar… ¿cómo piensan castigar a Katrina?
Antes de que Elliana pudiera hablar, la voz de Belinda se abrió paso entre sus sollozos.
—Lo que hizo es imperdonable. Tienen todo el derecho a quitarle la vida, y no nos opondríamos. Pero, por favor —susurró, con lágrimas corriendo por su rostro—, por favor, perdónenla. Es mi hija.
Sus palabras terminaron en un grito estremecedor. Después de todo, ¿qué madre no querría que su hija viviera? Maxine había llegado a los ochenta años antes de morir, e incluso entonces, Anita había llorado como una niña. Katrina aún era muy joven, su vida apenas había comenzado.
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