Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1233
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Capítulo 1233:
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Elliana asintió y luego se volvió hacia Anita.
—¿Tienes alguna petición en particular?
—Haz lo que creas mejor. Confío en tu criterio», respondió Anita con una sonrisa que irradiaba calidez. Había estado observando cada palabra y cada acción de Elliana, y su admiración había crecido con cada momento que pasaba.
Al principio, a pesar de respetar el último deseo de Maxine y aceptar a Elliana como nueva líder, Anita había luchado contra la duda. ¿Cómo no iba a hacerlo? Elliana solo tenía veinte años y era una extraña en su mundo. ¿Podría alguien tan joven, tan ajeno a sus costumbres, guiar realmente a la familia hacia adelante?
Pero ahora, al ver a Elliana tomar el mando con tanta autoridad natural, Anita comprendió que sus preocupaciones habían sido infundadas. Elliana no solo era capaz de liderar a la familia Griffiths, sino que podría incluso superar tanto a ella como a Maxine en ese papel.
No era de extrañar que Elliana hubiera logrado cosas extraordinarias en múltiples campos e incluso hubiera fundado Thorn Rose siendo aún muy joven. Era una auténtica prodigio.
Maxine siempre había sido testaruda, incluso imprudente a veces, pero su instinto para reconocer el talento había sido infalible. Anita sabía que tenía que confiar en la sucesora que su hija había elegido con su último aliento. Ese pensamiento hizo que su sonrisa se volviera aún más cálida.
Sintiendo esa aprobación que irradiaba Anita, Elliana le devolvió el gesto con una suave sonrisa antes de dirigirse al consejo de ancianos.
—¿Alguno de ustedes desea añadir algo?
Estas ancianas, que deberían haber estado marcadas por la edad,
poseían en cambio una cualidad atemporal que desafiaba las expectativas. En lugar de verlas marcadas por el tiempo, Elliana vio a mujeres que se movían con una gracia que parecía intemporal, casi sobrenatural. Si no hubiera estado en la propia sala del consejo, viéndolas presidir desde la mesa principal con siglos de autoridad acumulada detrás de cada gesto, nunca habría adivinado que estas mujeres habían sido testigos de la dinámica familiar durante varias décadas.
Al igual que Anita, las ancianas habían estado observando a Elliana con gran atención, sopesando cada decisión que tomaba. Todas habían llegado al mismo veredicto. Estaban satisfechas con sus capacidades y dispuestas a seguir sus indicaciones sin resistencia.
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Una tras otra, las ancianas le dedicaron sonrisas de aprobación.
«Aceptamos cualquier disposición que tomes».
Elliana aceptó su respaldo con elegancia y luego dirigió su atención a la generación más joven, dispersa por la sala.
« ¿Alguien más tiene algo que decir?».
La sala del consejo estaba repleta de mujeres, más de un centenar apiñadas en el espacio. Davin, que supervisaba los asuntos administrativos de la familia, era el único hombre presente.
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