Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1227
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Capítulo 1227:
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«Cállate y quítate de en medio». Este idiota no tenía ningún sentido del momento oportuno.
El dolor agudo devolvió a Hugh a la realidad. Sus ojos se movieron rápidamente, captando el incómodo silencio. La pelea había terminado hacía tiempo. Una fría sensación de pánico se apoderó de él. Había abandonado su deber. Cole estaba furioso, cualquiera podía verlo.
Con el corazón latiéndole con fuerza, Hugh tragó saliva y balbuceó: «Sr. Evans, lo… lo siento mucho…».
«Considérate retirado». La voz de Cole cortó el aire, fría y absoluta.
Hugh se encogió como si le hubieran golpeado, y su cuerpo se derrumbó sobre sí mismo. Tenía veintitrés años, aún era joven y fuerte, y Cole ya lo había descartado como si fuera algo roto.
Heather sabía que ella y Hugh habían regresado demasiado tarde. Esbozó una sonrisa aduladora para Elliana.
—Por lo que veo, ha habido una explosión en la base subterránea. Dime, ¿qué ha sido de Maxine y Miguel?
Elliana imitó sin dudarlo el tono gélido de Cole.
—Considérate retirada.
El rostro de Heather se contrajo. Levantó la mano para tocarse la nariz en un gesto torpe. ¿Cómo podía Elliana plantearse la idea de deshacerse de ella?
—Deberíamos volver —dijo Elliana, girándose hacia Cole.
Cole asintió y luego centró su atención en Sophie y Aubrie.
—Mamá, abuela, volved conmigo a Ublento.
Aubrie no dijo nada. A su edad, seguiría a su hija dondequiera que la llevara el camino.
Sophie, sin embargo, negó con la cabeza.
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—Cole, tú y Elliana deberíais volver a Ublento. Yo me quedaré aquí, en Delta. Gearveil Hall siempre ha pertenecido a la familia Griffiths, era nuestro bastión secreto. Yo viví allí una vez. Ahora que Elliana lidera la familia, puedo volver a mudarme allí.
«Mamá, ¿por qué no vuelves conmigo a Ublento?». La confusión se reflejó en el rostro de Cole.
«Podré cuidar mejor de ti si estás conmigo. Además, papá lleva años esperando a que vuelvas a casa. Ha arruinado su salud buscándote. Se pondrá muy contento cuando se entere de que te he encontrado».
Sophie volvió a negar con la cabeza. Una leve y amarga sonrisa se dibujó en su rostro marcado por cicatrices. Se negaba a volver a Ublento porque no quería que Jarrett la viera. Cuando se enamoraron, ella era una visión de gracia y él un hombre cuya sonrisa iluminaba la habitación. Pero ahora, su rostro era un mapa de viejas heridas, una ruina que no podía mostrarle. Era mejor dejar que conservara el recuerdo de ella tal y como era: hermosa, intacta por el tiempo y el dolor. Algunos sueños era mejor no despertarlos.
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