Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1221
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Capítulo 1221:
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« Tu madre me humilló cuando rompió nuestro compromiso. Cuando se fugó e incluso tuvo un hijo con otra persona, solo sentí odio. Juré deshacerme de su hijo. Estuve a punto de convencerme de hacerlo. Pero entonces descubrí que tú eras el genio detrás del «Dr. Atkinson» y «River». Eso lo cambió todo para mí. Toda mi ira desapareció. Ahora, lo único que quiero es tenerte a mi lado».
Para respaldar su afirmación, Miguel sacó su teléfono e inició una videollamada.
«Te dejaré ver a Quentin por ti misma». Elliana mantuvo la cara tranquila y no reveló nada.
La pantalla parpadeó cuando se conectó la llamada y una voz respetuosa respondió: «Sr. Griffiths, ¿en qué puedo ayudarle?».
Miguel no perdió ni un segundo.
«Pásame a Quentin. Ahora mismo».
«Por supuesto».
Un ligero movimiento al otro lado de la pantalla dejó ver el rostro de Quentin, que llenó la pantalla con la inconfundible mirada de alguien atrapado entre la esperanza y el temor.
Miguel inclinó el teléfono para que Elliana pudiera verlo todo.
«Echa un vistazo. Está vivo y bien. Adelante, habla con él si quieres».
Elliana no pudo articular palabra antes de que la voz de Quentin se rompiera, cargada de emoción.
«Elliana, ¿estás bien?».
Oír su voz le recordó lo mucho que le debía, aunque ocultó sus verdaderos sentimientos tras un tono firme y mesurado.
«Estoy bien. Gracias por dejar marchar a mi hermano y a mi padre. Te debo una».
Ajeno a sus verdaderos sentimientos, Quentin solo percibió la frialdad de su respuesta. Eso le dolió más de lo que esperaba.
Una sonrisa irónica, casi resignada, se dibujó en sus labios. Llevaba enamorado de ella desde que tenía uso de razón. Durante todos esos años, la había imaginado a su lado, esperando una oportunidad que nunca llegó. Ahora su corazón pertenecía a otra persona y ya no había vuelta atrás. Desear su felicidad se había convertido en su único deseo, aunque eso significara dejarla marchar. «Elliana, yo elegí esto.
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No me debes nada. No hagas un trato con él por mi bien», suplicó Quentin, con voz áspera y urgente.
«Es peligroso. No confíes en nada de lo que diga».
Ella se mantuvo firme, sin revelar nada con la mirada.
«Puede que no quieras nada a cambio, pero no me gusta deberle nada a nadie, aunque digas que fue tu elección».
Miguel no esperó más idas y venidas. La llamada terminó abruptamente y la pantalla se oscureció antes de que Quentin pudiera decir nada más. Elliana no se hizo ilusiones de aprender mucho de esta llamada. Ya tenía un plan.
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