Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 122
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Capítulo 122:
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Venacure se originó con la madre de Elliana, Rita. Tras el devastador incendio en la finca de los Jones quince años atrás, Rita había desaparecido llevándose consigo la fórmula de Venacure. La producción cesó por completo a partir de entonces. Todo el Venacure que quedaba estaba en posesión de unos pocos afortunados que lo habían adquirido quince años antes.
Además, los componentes necesarios para fabricar Venacure eran extremadamente escasos y su producción exigía una paciencia extraordinaria. La producción anual seguía siendo mínima y cada pastilla alcanzaba precios exorbitantes. Cualquiera que lo poseyera guardaba este tesoro farmacéutico con una vigilancia inquebrantable. Incluso si Venacure siguiera en circulación, adquirirlo resultaba prácticamente imposible. Sus poseedores lo conservaban exclusivamente para casos de extrema urgencia y rechazaban categóricamente cualquier oferta monetaria.
La declaración de Charles extinguió la incipiente esperanza que había iluminado momentáneamente el rostro de todos.
Elliana estaba a punto de revelar que poseía Venacure cuando la expresión de Jeff se iluminó dramáticamente.
«¡Sé dónde encontrar Venacure!», exclamó enfáticamente.
Toda la atención se centró en él.
Irene preguntó con evidente entusiasmo: «¿Dónde podría estar?».
Aunque Irene no sentía mucha preocupación por Barbara, el deterioro de las circunstancias la colocaba a ella y a Jeff en una situación precaria. Esperaba desesperadamente la recuperación de Barbara para calmar la volátil situación.
Jeff se abalanzó hacia Trinity y le agarró la mano. «Trinity, tú tienes una pastilla de Venacure, ¿verdad?».
Cuando Jeff proclamó que sabía dónde estaba Venacure, la alarma interna de Trinity se activó de inmediato. Ella tenía una sola pastilla, que le había dejado su difunto abuelo. Para impresionar a Jeff, su devoto admirador, había alardeado anteriormente de esta posesión. Ahora, el arrepentimiento la consumía por su indiscreción. El valor incalculable de Venacure le impedía gastarlo en alguien tan insignificante para ella como Barbara.
«Jeff, lo siento de verdad», dijo Trinity, poniendo cara de arrepentida. «Ya la he usado».
«¿La has usado?», preguntó Jeff, levantando una ceja.
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«Sí, ¿te acuerdas de aquella excursión en la que me lesioné el tobillo? Me la puse para aliviar el dolor».
«Ya veo…». Jeff se encogió de hombros y se retiró abatido hacia Irene.
La fe de Jeff en Trinity se desintegró irremediablemente. Cuando Eloisa lo había confrontado antes, él le había implorado ayuda a Trinity, solo para enfrentarse al abandono. Ahora, al pedirle a Trinity que le diera Venacure para salvar a Barbara, ella se había negado de nuevo. Él se dio cuenta de su engaño. La había visto manejar el envase de las pastillas solo unos días antes. Trinity siempre había afirmado que lo consideraba como a un hermano, pero eso no eran más que palabras vacías. Cuando se enfrentaba a circunstancias críticas, había demostrado una total indiferencia hacia su difícil situación. Reconoció su estupidez al defenderla ciegamente en el pasado.
Un suspiro colectivo de decepción impregnó el ambiente, ya que la resolución parecía cada vez más inalcanzable.
Rubén se dirigió a Paulina con determinación: «Paulina, ¿cuánto tiempo falta para que vuelva Cole? ¡Dile que utilice todos sus contactos para conseguir una pastilla de Venacure, sin importar el coste!».
«Entendido, voy a contactar con él inmediatamente».
Mientras Paulina sacaba su dispositivo de comunicación, Elliana intervino: «No es necesario tomar medidas tan drásticas. El estado de Barbara no puede soportar una demora prolongada. Incluso si Cole consigue la píldora, la logística del transporte la haría ineficaz para salvarla».
Paulina suspendió sus acciones.
Elliana se enfrentó a Eloisa, cuya mirada reflejaba una profunda desesperación, y le ofreció una sonrisa compasiva. «Por favor, mantén el optimismo. Yo tengo una píldora Venacure».
El asombro colectivo recibió la declaración de Elliana.
Eloisa pareció revitalizarse instantáneamente, con los ojos encendidos por una renovada expectativa. «¿Es sincera su afirmación?».
«Indiscutiblemente». Elliana abrió los dedos, revelando una pastilla de color obsidiana que acaparó la atención de todos.
Rubén se inclinó hacia delante, conteniendo a duras penas su emoción. «¡Es inconfundible! Es auténtico Venacure. ¡Su aspecto es idéntico al que consumió Cole hace años!».
Tras reflexionar un momento, Rubén comentó: «Aunque sus propiedades olfativas parecen ligeramente alteradas…».
—Proviene de la colección de mi madre. Después de quince años, es normal que haya ligeras variaciones aromáticas —respondió Elliana con suavidad. Por supuesto, esta explicación se alejaba de la realidad. El aroma era diferente porque ella había modificado la…
fórmula fundamental de Rita, mejorando la eficacia de la píldora. Ocultó deliberadamente esta información para evitar complicaciones innecesarias.
Rubén aceptó la explicación de Elliana sin reservas. «Tienes razón».
La mirada de Eloisa brillaba con renovado optimismo, fija en la píldora que Elliana sostenía en la mano, como si contemplara un tesoro invaluable. «¿Este diminuto objeto realmente puede devolverme a mi Bárbara?».
«Sin lugar a dudas», afirmó Elliana con convicción inquebrantable.
La certeza de Elliana infundió a Eloisa una vitalidad renovada, que superó su contención emocional.
—Sra. Evans, a lo largo de años de investigación para intentar mejorar el estado de Barbara, he acumulado un considerable conocimiento farmacéutico. Soy consciente de la extraordinaria rareza de Venacure. Durante su época de producción, una sola pastilla costaba millones. En la actualidad, con un suministro insignificante, su valor trasciende cualquier valoración monetaria. ¿Está realmente dispuesta a renunciar a él por el bien de Barbara?
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