Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1215
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Capítulo 1215:
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Cole tomó en silencio la mano de Elliana, un gesto tranquilo de apoyo a cualquier decisión que tomara. Aunque la sangre de los Griffiths corría por sus venas, nunca había aceptado ser miembro de la familia y no sentía lealtad alguna hacia su imperio en ruinas.
«¿Y el secreto del origen de tu madre? ¿No tiene ningún poder sobre ti?», preguntó Maxine, estudiando a Elliana, con la voz reducida a un susurro desesperado.
«Si me rechazas, esa verdad morirá conmigo. Ningún alma viviente descubrirá jamás de dónde vino».
Los labios de Elliana se comprimieron en una línea delgada y exangüe. Las palabras la abandonaron. Había rechazado el Orbe Soberano precisamente para cortar todos los lazos que la unían a la familia Griffiths. No le importaba en absoluto si la familia Griffiths prosperaba o se desmoronaba. Su único deseo era encontrar a su madre, reunir a su familia dispersa y, por fin, reclamar la vida tranquila que se merecía. Pero Maxine había convertido ese anhelo en un arma, utilizándolo como palanca para obligarla a asumir la carga del liderazgo de los Griffiths.
Tras un largo y sofocante silencio, Elliana soltó una risa amarga.
—Estás haciendo una apuesta temeraria, Maxine. ¿Qué me impide apoderarme del Orbe Soberano, sacarte el secreto y abandonar a tu familia en el instante en que dejes de respirar?
—No lo harás —declaró Maxine con inquebrantable convicción.
«Eres igual que tu madre. Ambas cumplís vuestras promesas. Guardáis los votos que hacéis, no engañaríais a una mujer en su lecho de muerte».
Elliana apretó la mandíbula, con la negativa aún aferrada obstinadamente a su lengua.
De repente, una violenta tos sacudió el pecho de Maxine. La sangre brotó de su boca en un arco carmesí y se derrumbó en la nieve.
Elliana se abalanzó a su lado. El tiempo se agotaba: la vida de Maxine se alejaba cada vez más con cada latido que pasaba.
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—Elliana… se me acaba el tiempo. Por favor, ¿quieres decir que sí? —La voz de Maxine era poco más que un susurro, cada palabra aferrándose desesperadamente a su último aliento.
«Cuando te robé a tu madre, solo había vivido tres días. Creció sin saber nunca dónde pertenecía. Solo yo…».
Elliana llevaba consigo esta verdad. En el momento en que cierre los ojos, el misterio desaparecerá conmigo en el vacío.
Las opciones de Elliana se habían evaporado.
«Está bien», se oyó decir, la palabra escapó antes de que el pensamiento pudiera atraparla.
«Estoy de acuerdo». Con eso, tomó el Orbe Soberano de la mano de Maxine.
El alivio se apoderó del rostro de Maxine, suavizando los duros rasgos que el dolor había esculpido en él. Su respiración se redujo a un susurro, sus párpados se hundieron bajo un peso imposible y su corazón latía con un ritmo final y vacilante. Solo sus labios conservaban la fuerza para articular sonido.
«Elliana, acércate… Te lo contaré todo».
Elliana se inclinó y acercó la oreja a la boca de Maxine.
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