Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1204
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Capítulo 1204:
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El sonido rompió el estado de congelación de Cole. Un violento temblor se apoderó de todo su cuerpo. Su madre había sido arrancada de su vida cuando él solo tenía doce años, y la mujer acurrucada ante él parecía una desconocida, un fantasma destrozado y mutilado. Pero esa voz… esa voz se había grabado en lo más profundo de su alma. Pertenecía a su madre.
—¡Mamá! —Cole se derrumbó de rodillas ante la jaula.
Reuniendo las escasas fuerzas que le quedaban en su cuerpo demacrado, Sophie se arrastró hacia la parte delantera de la jaula. Sus manos se encontraron a través de los fríos barrotes de hierro, entrelazándose en un apretón frenético y desesperado.
—Mamá… —jadeó él, y la palabra se desmoronó en un sollozo entrecortado—. Lo siento mucho. No pude protegerte de esto.
Una sonrisa se extendió por el rostro devastado de Sophie, con lágrimas corriendo por sus mejillas marcadas por cicatrices. —No… no pasa nada —susurró, con la voz recuperando un fragmento de fuerza—. Es más que nada. Nunca pensé que volvería a verte. Sentir tu mano en la mía y oírte llamarme «mamá» hoy… si la muerte me reclamara esta noche, dejaría este mundo contenta.
Cole apretó sus manos con más fuerza, como si pudiera anclarla a la vida con nada más que su pura determinación. «No hables así», le suplicó. «No vas a morir. Te sacaré de este lugar. Te lo juro».
Pero Sophie se negó a permitirse la crueldad de la esperanza, ni siquiera por un instante. Conocía demasiado bien la naturaleza de Maxine. La huida solo existía como una…
Una fantasía. La euforia de ver a su hijo ya se había disipado, sustituida por un nuevo y punzante temor. ¿Saldría alguna vez vivo de ese lugar infernal?
Convencida de que nunca saldría de allí, Sophie no respondió a la promesa de Cole. En cambio, ayudó a la frágil anciana que tenía a su lado a dar un paso adelante. «Cole, esta es tu abuela».
Aubrie Griffiths miró a Cole con los ojos desenfocados y distantes. El tiempo en la celda fría y húmeda había despojado a Aubrie de su juventud, aunque aún quedaban rastros del rostro de Sophie en el suyo.
«Abuela». Cole la saludó con calidez y reverencia.
Los ojos de Aubrie brillaron cuando las lágrimas de felicidad comenzaron a brotar. «Maravilloso… realmente maravilloso. Mi nieto, te has convertido en un hombre tan notable y noble. Todo el sufrimiento por el que pasé vale la pena al verte ahora».
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Años atrás, Aubrie lo había arriesgado todo para ayudar a su hija a escapar, solo para ser arrojada a esta mazmorra sin sol por Maxine. Había perdido la esperanza de volver a ver a su familia. Ahora, tras años de desesperación, no solo se reunía con Sophie, sino que también conocía a su nieto por primera vez.
La visión de su hija, marcada y enferma de psiquefrenia, hirió profundamente el alma de Aubrie. Sin embargo, le reconfortaba saber que su nieto era fuerte, que lideraba la familia Evans y, lo más importante, que por fin se había liberado de la enfermedad que una vez los atormentó. Por primera vez, creyó que el tormento de la familia había llegado realmente a su fin.
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