Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1161
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Capítulo 1161:
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Después de volverse contra la familia Griffiths, Miguel se convirtió en un hombre perseguido. Los asesinos de Maxine lo acechaban desde las sombras, obligándolo a vivir como un fantasma. Para sobrevivir, necesitaba desesperadamente fuerza, no solo para defenderse, sino para destruir algún día por completo a los Griffiths.
Pero Delta era una tierra rebosante tanto de talento como de crueldad. Cada rincón escondía un rival esperando para atacar. Construir un imperio desde cero llevaría años, y la paciencia nunca había sido una de las virtudes de Miguel. Con la muerte pisándole los talones, el tiempo era un lujo que ya no podía permitirse.
Tras largas noches de pensamientos desesperados, encontró la respuesta. Como no podía construir su propio poder, se apoderaría de los que ya existían. Sin embargo, en Delta, la mera supervivencia convertía a un grupo en formidable. Ninguno se arrodillaría fácilmente.
El plan de Miguel era despiadado en su simplicidad: desafiaría a todos los líderes a un combate singular. Los que se rindieran vivirían bajo su dominio. Los que se resistieran caerían bajo su espada y sus seguidores se unirían a sus filas. Era una locura, una apuesta con su vida en juego. Pero también era el camino más rápido hacia el dominio.
Una vez que Miguel eligió su camino, no perdió tiempo. Empezó poco a poco, atacando primero a las facciones más débiles. Cada victoria alimentaba la siguiente y, con cada conquista, su fuerza crecía.
Poco a poco, construyó una base de miedo y lealtad. Luego dirigió su mirada hacia las facciones más poderosas. Una tras otra, cayeron ante él hasta que el inframundo de Delta resonó con su nombre.
Las facciones bajo su bandera solían pelearse como lobos, pero en cuanto él hablaba, se hacía el silencio. Su palabra era ley.
Miguel no era solo un guerrero con una habilidad sin igual, era un estratega que entendía a las personas y al poder como si hubiera nacido para comandarlos. Era, en todos los sentidos, un genio excepcional.
Miguel no esperaba que Maxine descubriera su identidad. Pero ahora que se había quitado la máscara, no tenía sentido seguir fingiendo. El tiempo de esconderse había pasado. Admitió con una leve sonrisa:
«Así es. Soy el líder de la Alianza Evernight. Y ahora que lo sabes, Maxine, debes comprender lo que realmente significa la guerra entre nosotros».
Por fin tenía la fuerza necesaria para enfrentarse cara a cara a la familia Griffiths. Nadie podía saber si saldría victorioso o caería derrotado.
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Los Griffith eran una antigua dinastía con mil años de poder y riqueza a sus espaldas. Pero la Alianza Evernight era un monstruo recién nacido, forjado en el caos y unido bajo una única y despiadada voluntad. ¿Se desmoronaría el imperio de Miguel en luchas internas? ¿Serían los Griffith aplastados bajo su sombra? ¿O se destruirían mutuamente en una tormenta de sangre?
El camino que tenía por delante brillaba con incertidumbre, cada recoveco pintado de rojo. Maxine lo veía claramente. Enfrentarse a Miguel significaba arriesgarlo todo: la Sociedad Serpiente, su legado, incluso su vida. Pero no podía alejarse. Su deber la ataba como el hierro. Respiró hondo y lo miró a los ojos.
—Naciste como un Griffith. Creciste bajo nuestro techo. Conoces nuestras leyes mejor que nadie.
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