Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1137
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1137:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Cole temblaba, invadido por el dolor. Tenía los ojos rojos, llenos de dolor. Durante quince largos años había buscado sin descanso a su madre, mientras cargaba con el peso de ser el cabeza de familia de los Evans y con el miedo constante de haber heredado él mismo la psiquefrenia.
Había sufrido, sí, pero nunca había imaginado que la agonía de su madre había sido mil veces peor. Aun así, él había sido el afortunado. Había conocido a Elliana, su salvadora. Ella lo había curado y liberado de esa pesadilla. El silencio llenaba el lugar como un peso; ninguno de ellos podía hablar debido al dolor en la garganta.
Elliana estaba igual de conmovida, aunque se obligaba a mantener la calma. Estaba a punto de dar a luz; demasiada emoción podría provocar un parto prematuro.
—Victor, en cuanto a que Cole y yo estemos registrados como marido y mujer en Podgend, ¿fue idea tuya y de Sophie? —preguntó Elliana en voz baja, tratando de mantener la voz firme.
En el fondo, ya sabía la respuesta antes de que Víctor respondiera. Víctor siempre había sido leal a Sophie. Nunca tomaría una decisión así sin su aprobación.
Ante su pregunta, Víctor perdió la compostura. —Yo… yo…
—No pasa nada —dijo Elliana con dulzura, ofreciéndole una sonrisa tranquila—. Puedes contármelo. En aquel momento me enfadé mucho por haber registrado mi matrimonio sin mi consentimiento. Pero ahora, Cole y yo somos muy felices y pronto tendremos dos preciosos bebés. No te guardo rencor.
El alivio suavizó el rostro de Víctor. —Sophie logró vivir con su enfermedad, pero no podía soportar la idea de que Cole pasara por el mismo sufrimiento. Quería darle una última oportunidad… un milagro.
—Así que pensó en mí —dijo Elliana en voz baja—. Sabía que yo había heredado el Códice Médico, que me había convertido en la doctora Atkinson. Esperaba que pudiera crear una cura real para la psiquefrenia. ¿Así que nos unió a Cole y a mí… por la fuerza?
Victor soltó una risa débil. «Estás tan perspicaz como siempre. No se te escapa nada. Si necesitas culpar a alguien, culpame a mí. Por favor, perdona a Sophie. Ya ha pagado demasiado por ello».
—Por la vida de su hijo, se permitió ser egoísta por una vez.
Actualizaciones exclusivas: ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.cоm
Pero la expresión de Elliana no mostraba rastro alguno de enfado. Al contrario, sonrió cálidamente. —No tienes que preocuparte. Lo que dije lo dije en serio: no estoy enfadada. Si acaso, estoy agradecida. Me diste un marido maravilloso.
El corazón de Cole se encogió con una mezcla de culpa y gratitud. Su matrimonio con Elliana no había comenzado con amor, sino que había nacido del plan desesperado de su madre. Sin embargo, Elliana nunca le había guardado rencor. Lo había amado, lo había curado y ahora llevaba a sus hijos en su vientre. Ella era su luz, su salvación.
«Gracias, Elliana», murmuró Cole, atrayéndola hacia sus brazos y besándola en la frente.
Elliana se sumergió en su abrazo. La ira que una vez había sentido por su matrimonio forzado se había desvanecido hacía tiempo, sustituida por la paz. Sin el supuesto egoísmo de Sophie, nunca habría conocido esta alegría. ¿Cómo podía culpar a Sophie?
—Victor, por favor, continúa —dijo Elliana en voz baja, volviendo a centrar la conversación en Sophie. El pasado estaba zanjado. Lo que importaba ahora era el presente.
Victor asintió. —Sophie no solo sobrevivió a su enfermedad —dijo—. Construyó su propia pequeña base de poder. No era mucho en comparación con los grandes poderes de Podgend, pero nos mantuvo a salvo.
Elliana sonrió levemente. Esa influencia no era poca cosa. Para registrar un matrimonio en Podgend se necesitaba un poder real, quizá no igual al de los grandes grupos como Thorn Rose, Blaze Wildfire o la Serpent Society, pero impresionante al fin y al cabo.
.
.
.