Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1102
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1102:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Y allí, a poca distancia, Jason vio exactamente lo que había estado rezando por encontrar. El cuerpo inmóvil de Taylor descansaba plácidamente sobre el mismo montón de hojas secas. Sus brazos y piernas parecían estar colocados…
Normalmente, su cabeza seguía unida a sus hombros y, lo más importante, no había charcos de sangre extendiéndose por el suelo debajo de su cuerpo. Jason estaba demasiado lejos para sentir los latidos de su corazón o comprobar sus signos vitales, pero podía observar claramente el suave y rítmico movimiento del pecho de Taylor subiendo y bajando. Su respiración parecía tranquila y regular, como si simplemente estuviera disfrutando de una tranquila siesta vespertina.
Ver a Taylor ileso y en perfecto estado provocó una oleada de alegría pura que recorrió todo el ser de Jason. Intentó forzar su maltrecho cuerpo a ponerse en posición vertical, pero incluso el más mínimo intento de movimiento le provocaba un dolor agudo que le recorría la columna vertebral dañada. Tras varios intentos dolorosos por sentarse, finalmente se rindió a sus limitaciones físicas.
«¡Taylor!», logró gritar Jason, aunque su voz sonaba áspera y ronca.
Repitió el nombre de Taylor una y otra vez, cada vez con más desesperación, pero por mucho que gritara, no obtuvo respuesta.
Un nudo frío de miedo comenzó a formarse en el estómago de Jason. ¿Había sufrido Taylor heridas demasiado graves como para oír o responder a su nombre?
Justo cuando el miedo comenzaba a apoderarse de Jason, Taylor se movió. «Déjalo ya», murmuró con tono irritado. «Estoy intentando dormir».
La voz de Taylor era firme, más fuerte de lo que Jason esperaba, lo que demostraba que no estaba tan maltrecho. Jason supuso que Taylor debía de haber aterrizado directamente sobre la suave cama de hojas, sin golpearse con ninguna rama en la caída.
Jason sintió una gran alivio, que le aflojó el nudo que tenía en el pecho. Una sonrisa se dibujó en su rostro, y la luz ahuyentó su miedo. La sola idea de que Taylor estuviera vivo le impidió derrumbarse. No había perdido a su primo. Las manos de su madre no estaban manchadas con la sangre de la familia. Y él mismo aún tenía pulso.
Jason nunca había querido morir de verdad. Por muy oscura que se hubiera vuelto su vida, nunca se había rendido. La imprudente decisión de saltar por el acantilado solo había sido para reparar los pecados de su madre. Y, en un cruel giro del destino, había sido la decisión correcta. Si no hubiera sido por él, Taylor habría muerto solo en ese bosque.
¿Ya leíste esto? Solo en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 para más emoción
Taylor volvió a quedarse dormida, imposible de despertar. Jason dejó de intentarlo y se quedó quieto mientras las fuerzas volvían lentamente a su dolorido cuerpo. Cuando por fin se sintió estable, se obligó a incorporarse.
Desde su nueva perspectiva, el claro se desplegó ante él y se le cortó la respiración.
Su mirada recorrió el suelo y el miedo se instaló como hielo en su estómago. El enorme montículo de hojas no era natural, había sido hecho por manos humanas. Y a su alrededor yacía un siniestro círculo de huesos. Huesos humanos.
Entre los esqueletos había miembros frescos y cortados, y charcos de sangre aún oscura y húmeda. La sangre solo podía pertenecer a los hombres de Michael de la noche anterior. Debían de haber saltado desde el saliente equivocado, no habían acertado con el colchón oculto de hojas y se habían estrellado contra el suelo despiadado.
La visión provocó una escalofriante revelación en Jason. Todos en Internet afirmaban que el acantilado con forma de águila era el lugar más mortífero de Beakcliff, una caída segura hacia la muerte. Pero la verdad era todo lo contrario. Lo que parecía una trampa mortal era en realidad una entrada. Un aterrizaje seguro. Él y Taylor habían dado con ella por pura suerte.
.
.
.