Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 107
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Capítulo 107:
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«Probablemente no te des cuenta, Elliana, pero la ropa de Rosa es básicamente el santo grial de nuestra familia. Cada temporada, es una locura conseguir las últimas novedades», dijo Louisa, con una cálida sonrisa que hacía que sus palabras parecieran un abrazo.
Mientras Irene parecía estar poniendo los ojos en blanco, Louisa se comportaba con la naturalidad de un alma bondadosa.
Elliana le dedicó una sonrisa cortés, animando en silencio a Louisa a continuar.
Con un gesto de la mano hacia Irene y Trinity, Louisa añadió: «Míranos, Elliana. De pies a cabeza vestidas de Rosa. Aquí tienes un club de fans incondicional».
Al oír las palabras de Louisa, Irene y Trinity sintieron una punzada de incomodidad, como si les hubieran dado una descarga eléctrica.
Se acababa de correr la voz de que Elliana era Rosa, y Ruben no había perdido tiempo en reunir a todo el mundo antes de que Irene o Trinity pudieran quitarse la ropa de Rosa.
Si Irene y Trinity hubieran tenido tiempo, habrían quemado las etiquetas, cualquier cosa para evitar que Elliana se regodeara en su involuntario respaldo. Los elogios de Louisa hicieron que el aire se volviera denso por la vergüenza ajena que sentían.
Trinity se tragó su enfado, ya que Louisa era mayor. Irene, que tenía más o menos la misma edad que Louisa, no fue tan sutil. Su mirada gélida atravesó a Louisa, ordenándole en silencio que se callara.
Cuando Irene llevaba las riendas de la casa, Louisa no se atrevía a abrir la boca, siempre se mostraba sumisa. Pero ahora Louisa se estaba volviendo atrevida e Irene estaba deseando callarla.
Louisa ni siquiera se inmutó ante la mirada de Irene. Siguió sonriendo a Elliana como si nada hubiera pasado, con la voz tan dulce como el sirope. «¿Quién hubiera imaginado que Rosa es una de las nuestras?
¡No puedo contener mi emoción! Elliana, ¿hay alguna posibilidad de que seamos las primeras en ver las novedades de Rosa? No es pedir mucho, ¿verdad?».
Elliana sonrió y dijo: «Por supuesto. Si toda la familia es tan fan, me aseguraré de que tengáis acceso anticipado a todo lo que Rosa saque. Y si alguien necesita algo personalizado, solo tiene que decírmelo. Os haré un descuento del 20 %, sin condiciones».
Louisa aplaudió con alegría. «¡Qué maravilla!».
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«Te lo agradecemos mucho, Elliana», intervino Trinity. Aunque por dentro estaba furiosa, se las arregló para mantener la compostura. Nunca se había peleado abiertamente con Elliana, así que tenía que mostrarse amable. Pero Irene era otra historia…
Los días de enemistad con Elliana hacían imposible fingir. Su ceño fruncido podía cuajar la leche.
Jeff se fijó en la expresión agria de Irene y soltó un bufido. —¿Cobrarle a tu propia familia? Ese descuento es una broma. No sé cómo puedes decir eso con cara seria.
Jeff apenas pudo pronunciar las palabras antes de que un bastón se balanceara y le golpeara en la espinilla. ¿El apoyo que creía haber conseguido? Nada.
—¡Eres un completo idiota! —gritó Rubén, con el ceño fruncido—. Elliana es mundialmente famosa. La gente le da dinero solo por tener la oportunidad de que les haga un traje. Y aquí está, haciéndonos un descuento, ¿y tú te quejas por un regalo? El dolor se extendió por la pierna de Jeff, que cerró la boca rápidamente. Una palabra más y el bastón probablemente le habría dado en las costillas.
Jeff pensó que la paliza había terminado, pero justo cuando empezaba a relajarse, ¡zas!, otro golpe salió de la nada.
—¡Ay! —exclamó Jeff frotándose la pierna—. ¡Vamos! ¡No he dicho nada! ¿Por qué has hecho eso?
—¡Idiota! —resopló Rubén—. No te has inmutado la primera vez. Parecía que te lo estaba tomando con delicadeza. Así que he tenido que pegarte más fuerte para asegurarme de que aprendes la lección. La próxima vez, quizá pienses antes de hablar».
A Jeff le ardían los ojos, pero no le salían lágrimas, solo tenía un nudo en la garganta y la frustración le latía con fuerza en el pecho. El primer golpe le había dolido muchísimo, pero se había tragado el dolor para no perder la dignidad. No quería parecer débil, pero si hubiera sabido que actuar con dureza le valdría una segunda paliza, habría gritado al primer golpe.
Los pensamientos de Jeff eran confusos, la amargura y la frustración bullían bajo la superficie. Con la cabeza gacha, se quedó paralizado, sin atreverse a actuar de forma imprudente. Desde que Elliana entró en escena, sentía que se había convertido en el enemigo público número uno. Cada error, cada comentario sarcástico… él pagaba los platos rotos. Eso lo estaba consumiendo.
A Irene se le encogió el pecho al ver la mirada derrotada de Jeff. Su instinto le gritaba que interviniera, que lo defendiera, pero la última vez que había abierto la boca, también había pagado por ello. Así que se quedó callada, con los puños apretados.
Una vez que Rubén terminó de reprender a Jeff, se volvió hacia Elliana con una amplia sonrisa. —Ahora, Elliana, cuéntame. La vida con la familia Jones no había sido fácil. ¿Cómo conseguiste convertir todo eso en Rosa?». «
Yo también tengo curiosidad», intervino Louisa, interviniendo con gran interés. «Elliana, esa primera pieza que publicaste, Spring Goddess, la he vuelto a escuchar. ¡Solo tenías diez años cuando salió! ¿Cómo pudiste crear algo tan increíble a esa edad y saber que debías presentarlo a un concurso tan importante?».
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