Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1064
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Capítulo 1064:
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De entre todos los artistas y compositores que habían existido, solo las creaciones de Stellara llegaban al alma herida de Katrina. Esas hermosas composiciones habían servido como faros durante las tormentas que amenazaban con ahogar por completo su espíritu.
Sin embargo, la misión de esa noche exigía que Katrina extinguiera esa misma luz con sus propias manos, destruyendo la fuente de esperanza que la había sostenido a través de innumerables pruebas.
La rabia estalló en la garganta de Katrina mientras golpeaba un inocente árbol joven, su puño golpeando la corteza y las hojas en un intento inútil por silenciar la guerra que se libraba en su corazón.
En ese momento, una sombra se materializó ante ella como si hubiera sido conjurada desde la propia oscuridad.
Jules emergió de las sombras como un espectro materializándose desde el vacío.
Los rasgos de Katrina se endurecieron en el instante en que lo reconoció, y la irritación se reflejó en su rostro como un relámpago. Su voz resonó en el aire con precisión milimétrica. «¿Qué te trae por aquí? ¿No te lo dejé muy claro? ¡Aléjate de mí y mantén tus manos entrometidas lejos de la búsqueda de Elliana!».
Jules había soportado su temperamento ártico y su lengua afilada como una navaja durante incontables años. Respondió con el mismo veneno, con palabras que rezumaban desprecio. «Mi supervivencia dentro de la dinastía Griffiths pende de un hilo. ¿Por qué demonios debería hacerte caso? ¿Declaras que no puedo interferir, así que simplemente debo inclinarme y obedecer? ¿Por qué clase de tonto me tomas?».
Habían discutido desde la infancia, enfrentamientos amargos que estallaban cada vez que se cruzaban, tan naturales como las nubes de tormenta que se acumulan antes del trueno.
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Katrina lo miró con una mirada fulminante, negándose a malgastar otra sílaba en su presencia.
El silencio se extendió entre ellos como un cable tenso hasta que Jules lo rompió. «Ahora que la verdadera identidad de Elliana como Stellara ha quedado al descubierto, ¿todavía tienes intención de matarla?».
La mirada de Katrina se posó en él, con una breve pizca de incertidumbre en sus ojos antes de ocultarla con su habitual indiferencia.
La cruel ironía de su situación habría sido risible en otras circunstancias. Estas dos almas, que se despreciaban con ardiente intensidad y apenas podían tolerar compartir el mismo aire, albergaban una admiración idéntica por las canciones de la e a Stellara. La música de Stellara había cautivado sus corazones, transformándolos en devotos adoradores de su altar artístico.
Antes, cuando Elliana se había quitado el disfraz y se había revelado como su querida ídolo musical, tanto Katrina como Jules habían sentido que su mundo se tambaleaba. —Katrina, ¿por qué no dices nada? —insistió Jules, con una voz que atravesó sus defensas.
Su implacable interrogatorio encendió su temperamento como una cerilla encendida contra leña seca. Ella arremetió con furia desenfrenada. «La decisión que tome no es asunto tuyo. ¡Ocúpate de tus propios asuntos y desaparece de mi vista!».
«¡Nunca!», gruñó Jules, con una expresión de abandono temerario en el rostro. «Escucha con atención, Katrina. Si te atreves a levantar un dedo contra Stellara, ¡te haré sufrir consecuencias más terribles que tus peores pesadillas!».
Katrina lo observó con creciente rabia, asombrada de que hubiera salido de la oscuridad únicamente para declararle la guerra a su misión.
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