Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1042
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Capítulo 1042:
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El subordinado vestido de negro solo curvó los labios en una sonrisa significativa, sin ofrecer ninguna respuesta.
Antes de que Eva o Wanda pudieran reaccionar, un grupo de científicos con batas de laboratorio se abalanzó sobre ellas y las inmovilizó en el suelo.
«¿Qué están haciendo?», gritó Wanda presa del pánico. «¡El Sr. Griffiths me necesita! ¿Cómo se atreven a tratarme así? ¿Saben las consecuencias que esto tiene?».
Eva gritó: «¡El señor Griffiths me invitó! ¿Han cogido a las personas equivocadas?».
Pero sus protestas cayeron en saco roto. Los científicos las ataron a unas extrañas máquinas, les hicieron revisiones completas y rápidamente las declararon listas para la inyección. En cuestión de segundos, tanto a Wanda como a Eva les implantaron chips líquidos, convirtiéndolas en IA vivientes bajo el control de Miguel.
Mientras tanto, la vida en la familia Evans era tranquila para Elliana. La mayoría de los días se quedaba en la cama y Paulina le llevaba la comida y la bebida. Aparte de Lance y Jeff, que la visitaban a diario, nadie más se atrevía a molestarla.
Sin mucho que hacer, Elliana pasaba horas estudiando las dos pulseras de jade, tratando de descubrir sus secretos. Pero pasaban los días y no encontraba nada.
Taylor, desde que abandonó la finca de los Evans aquel día, no había vuelto. Afirmaba estar ocupado preparando su concierto.
Como estrella popular, su concierto atrajo una gran atención. La empresa incluso anunció que Cole asistiría con su novia, Lilah, lo que hizo que las entradas se agotaran en un santiamén.
Cole y Elliana aceptaron en silencio el truco publicitario. Al atraer la atención hacia ellos, esperaban atraer a aquellos que se escondían en las sombras, especialmente a los miembros de la Sociedad Serpiente.
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Un mes pasó rápidamente. Elliana recuperó sus fuerzas y finalmente pudo volver a moverse. Ahora estaba embarazada de cuatro meses y su vientre mostraba una suave curva.
Cole le preparó ropa suave y holgada y zapatos cómodos. A pesar de no tener recuerdos, su cuidado era tierno y constante.
Pasaban juntos cada día y cada noche, compartiendo la misma cama, cada vez más unidos, con un vínculo similar al de un matrimonio de toda la vida.
El día antes del concierto, Cole trabajó horas extras en la oficina, con la esperanza de despejar su agenda para el evento.
En casa, sola, Elliana cenó, leyó un rato y luego se preparó para darse un baño. Sus pensamientos divagaban: Cole se había recuperado y tal vez era el momento de contarle su pasado. Aunque no pudiera recordar, al menos debía saber la vida que habían compartido.
Justo cuando se levantó, la puerta del dormitorio se abrió de golpe.
Cole entró a zancadas y la abrazó con fuerza sin decir una palabra.
Intuyendo que algo había cambiado, Elliana, sin aliento en sus brazos, levantó la cara. —Cole, ¿qué pasa?
Él le dio un beso apasionado en el pelo antes de separarse, con los ojos brillantes de emoción.
Las lágrimas brillaban en ellos, junto con un amor tan profundo que amenazaba con ahogarla.
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