Su Venganza fue su Brillantez - Capítulo 1036
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Capítulo 1036:
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La explicación de Taylor lo cambió todo para Cole. Por fin comprendió que Taylor no había tenido la intención de manchar el nombre de Lilah en ese foro universitario. Alguien había movido los hilos entre bastidores, utilizando el chip. Esta revelación sacó a la luz un ángulo completamente nuevo. Hasta la noche anterior, la creencia común era que toda esta manipulación tenía como objetivo derribar a Cole, simplemente porque era el heredero de Evans. Pero había algo más profundo en juego. Ahora era obvio que el titiritero también guardaba rencor a Lilah. Quienquiera que estuviera moviendo los hilos no soportaba ver a Lilah brillar. Esa persona se apoderó del lado razonable de Taylor, utilizándolo para lanzar ataques en el foro e intentar derrocarla de su puesto como belleza del campus.
Una sonrisa fría se dibujó en el rostro de Cole. Qué método tan inmaduro.
Taylor malinterpretó esa sonrisa y la preocupación se reflejó en sus ojos. —Cole, si estás enfadado, lo entiendo. Aceptaré lo que tengas para mí. Adelante, castígame. Al mirar a Taylor, Cole solo sintió lástima. No podía culpar al joven en absoluto. Mientras ese chip permaneciera enterrado en la mente de Taylor, no sería más que una marioneta en manos de otra persona.
Una profunda preocupación carcomía a Cole: ¿y si el cerebro utilizaba a Taylor para cometer delitos reales? Taylor sería el único que pagaría el precio.
Con un suspiro silencioso, Cole decidió fingir que estaba enfadado. Era la forma más fácil de evitar alertar al cerebro. Golpeó la mesa con la palma de la mano. «¡Eres un completo idiota! Ya eres un actor aclamado, con tantos premios en tu haber, ¿y decides rebajarte a difamar a una chica inocente? Supongo que ya es hora de que recibas una lección de verdad».
Taylor no dudó. Se arrodilló. «La he cagado, Cole. Aceptaré cualquier castigo que me impongas».
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Cole gritó, alzando la voz: «¿Hay alguien ahí fuera?».
El mayordomo apareció en la puerta. Manteniendo una expresión severa, Cole dijo: «Trae el látigo. El error de Taylor no puede quedar impune. Veinte latigazos».
En ese preciso momento, Elliana apareció en la puerta. «¿Por qué gritas, cariño?», preguntó.
La atención de todos se centró en Elliana. El embarazo la mantenía en una silla de ruedas, empujada por Paulina, pero eso nunca apagaba su espíritu. En realidad, no había venido a buscar a Cole. Había oído que Taylor estaba allí y quería verlo mejor, con la esperanza de encontrar otra pista. Inesperadamente, se encontró con una escena bastante impactante.
Cole estaba pensando en cómo podía dejar a Taylor fuera de sospecha sin alertar al cerebro. La oportuna llegada de Elliana le dio la excusa perfecta. Le puso al corriente rápidamente y luego le cedió la palabra. «Lilah, tú eres la que ha resultado herida. Tú debes decidir cómo castigar a Taylor. Decidas lo que decidas, todos lo respetaremos».
Elliana y Cole intercambiaron una mirada cómplice. Ella comprendió inmediatamente su juego y se dio cuenta de que Taylor no había actuado por voluntad propia.
Los ojos de Elliana brillaron mientras soltaba una risa juguetona. «¿Ah, sí? No me atrevo a castigar a Taylor. Quiero decir, soy básicamente su fan número uno».
Taylor la miró boquiabierto, incrédulo. «¿Me estás tomando el pelo, Lilah? ¿De verdad eres fan?».
«Por supuesto», mintió Elliana con naturalidad. «Me convertí en fan después de ver una de tus series de televisión. Me cautivó».
La curiosidad pudo más que Taylor. «¿A cuál te refieres?».
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