Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 966
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 966:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Giró el cuello y esbozó una sonrisa. «No voy a contenerme más. Voy a darlo todo… Vamos a darlo todo».
El poder fluyó a través de Tyrant mientras avanzaba de nuevo sin dudarlo. Los músculos rasgaron la tela al aumentar el poder de Tyrant, destrozando su camisa con un movimiento explosivo.
«Damas y caballeros, este es el momento que hemos estado esperando: ¡nuestro campeón reinante, Tyrant, está desatando todo su poder!», dijo el locutor. «Ya no se está conteniendo. Hacía mucho tiempo que no veíamos su camiseta hecha pedazos. Hagan sus apuestas. ¿Cuánto tiempo podrá sobrevivir Maia?». La emoción se extendió por el recinto como la pólvora.
«Lo digo ahora mismo: Maia no durará ni cinco minutos».
«Vamos, Maia venció a Viper. Yo digo diez».
«Eso es una ilusión. Mira a Tyrant. En un minuto, Maia estará fuera».
Pero, lejos del rugido de la multitud, Ethan se percató de algo que los demás no vieron. El brazo de Maia, el mismo con el que había bloqueado el monstruoso golpe, colgaba inútilmente a su lado.
Unos ligeros moretones se extendían por su muñeca, oscureciéndose por segundos.
Una frustración ardiente apretó el pecho de Ethan mientras miraba a Tyrant, abrumado por lo impotente que se sentía.
Antes de que pudiera reaccionar, Marisa lo agarró del brazo y lo alejó de allí. «Déjame encargarme de esto, Ethan. Tu hermana necesita ayuda».
La sorpresa se reflejó en los ojos de Ethan al darse cuenta de que Marisa también tenía algo raro.
Por su forma de moverse, estaba claro que había sufrido más daños que él.
Tu fuente es ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.ç◦𝓂 en cada capítulo
En ese momento, Chris se detuvo frente al número 43 de Oak Street.
Echó un vistazo a su alrededor y vio el brillo familiar de un Maserati plateado aparcado cerca.
Era el coche de Maia. ¿Había llegado antes que él?
Su mirada se agudizó.
Sin perder un segundo, Chris metió la mano en el bolsillo y marcó el número de Maxwell.
La llamada no obtuvo respuesta.
La irritación se apoderó de su expresión, mezclándose con la inquietud que ya le agitaba por dentro.
Sin esperar más, Chris empujó la puerta del bar y entró.
Dentro del bar, Maxwell caminaba inquieto tras no encontrar nada en su búsqueda.
Marisa se había escapado con él de la residencia Payne y, si le pasaba algo, no podría explicárselo a sus padres en Drakmire. Estaría en serios problemas.
Dejando de lado las consecuencias, Maxwell realmente se preocupaba por Marisa, aunque sus conversaciones solían terminar en discusiones. Ella no habría viajado a Wront si él no le importara, y él lo sabía.
«Marisa, ¿dónde estás? Solo mantente a salvo. Te lo juro, lo que sea que hayas estado mirando últimamente, te lo compraré. Diablos, incluso te doblaré tu mesada, solo no te lastimes». Bajando la mirada, buscó a tientas su teléfono, esperando alguna señal.
Entonces, como un puñetazo en el estómago, el rostro de Maxwell se hundió aún más. Había dos llamadas perdidas y un solo mensaje sin leer.
Todas de Chris.
«¡Maldita sea!».
.
.
.