Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 964
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Capítulo 964:
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Las risas y los abucheos inundaban las gradas, y la tensión aumentaba en el escenario. A su alrededor, algunos espectadores saltaban en sus asientos, con el rostro retorcido por sonrisas burlonas, ávidos por el espectáculo.
Una mirada de sorpresa se apoderó del rostro de Raegan mientras mantenía los ojos fijos en Maia, con una extraña mezcla de curiosidad y sospecha.
Siempre había pensado que Maia se quedaría paralizada, atrapada en su propia conciencia.
Lo que realmente desconcertó a Raegan fue que Maia no se detuviera ni un segundo. Sin parar, siguió adelante, sin mostrar ningún signo de preocupación por su hermano. Raegan simplemente no podía entenderlo.
A diferencia de la mayoría de la multitud, Raegan sabía la verdad sobre el cautivo de Viper. Reconoció al joven como el hermano de Maia, Ethan.
Raegan supuso que Maia se debatiría entre la imposible elección de salvar a uno y dejar atrás al otro, hasta que sucumbiría a la presión. La predicción de Raegan resultó ser completamente errónea. Maia siguió adelante sin vacilar.
«Esta mujer…». Un escalofrío se apoderó de la mirada de Raegan. Frunció el ceño al pensar en ello, preguntándose si Maia realmente creía que podía rescatar a ambos. Era imposible que alguien pudiera lograrlo.
Mientras tanto, la atención de Viper se centró en Maia. Un destello duro brilló en sus ojos cuando se dio cuenta de su rápido avance.
Un rugido gutural brotó de él. Ignorando la cuenta atrás oficial, lanzó toda su fuerza hacia adelante, decidido a aplastar las articulaciones de Ethan y Marisa antes de que Maia pudiera acortar la distancia.
Las manos se agitaban frenéticamente en las gradas. Algunos espectadores apartaron la mirada, sin querer presenciar lo que se avecinaba.
Y entonces, sin previo aviso, todos los espectadores se quedaron en silencio, atónitos ante la escena que tenían ante sus ojos.
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Maia se agachó silenciosamente junto a Viper mientras su mano se alejaba de su cabeza.
Lo que sucedió a continuación desafiaba toda lógica.
La espuma se acumuló en los labios de Viper. Sus ojos se pusieron en blanco, su cuerpo se tensó y se desplomó, inconsciente.
«Espera. ¿Alguien más ha visto eso?».
«¿Es real? ¿Qué acaba de pasar ahí arriba? ¿Qué ha hecho ella?».
«¡No puede ser! Solo vi un destello».
«¿Cómo demonios lo ha conseguido Maia?».
Se desató el caos en las gradas.
Raegan se levantó de un salto de su asiento y fijó la mirada en Maia, entrecerrando los ojos con incredulidad.
Había captado cada detalle.
En un abrir y cerrar de ojos, los puños de Maia golpearon tres veces.
El primer puñetazo le dio de lleno en la coronilla a Viper, justo donde más dolía, y le dejó sin control motor en un santiamén.
A continuación, sus nudillos se estrellaron contra su sien, sacándolo de la pelea y poniendo fin a cualquier amenaza para Ethan mientras el mundo de Viper se volvía negro.
Por último, la mano de Maia encontró su objetivo en la garganta de Viper, dejándolo mudo y convirtiendo el resultado en una conclusión inevitable.
No desperdició ni un solo movimiento. Los ataques de Maia cortaban el aire, directos e imparables. La secuencia final mostró moderación; Viper no murió, solo quedó inconsciente.
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