Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 936
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Capítulo 937
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Kolton no le dio a Claudius la oportunidad de hablar. «¡Claudius, quiero que vuelvas a casa ahora mismo!».
La línea se quedó en silencio durante un instante, y luego se oyó una voz: «Voy para allá ahora mismo…».
Sin decir nada más, la llamada se cortó. Kolton dejó caer el teléfono sobre la mesa. Empezó a dar vueltas, cada paso más agitado que el anterior.
No habían pasado ni veinte minutos cuando la puerta se abrió con un chirrido. Claudius entró en el estudio, caminando con pasos mesurados. Su rostro permanecía sereno, sin rastro de culpa.
Kolton se levantó de la silla y entrecerró los ojos al darse cuenta de la falta de remordimiento en la postura de Claudius. La furia se apoderó de él. «¿Tienes idea del desastre que has causado? ¡Has arrastrado al Grupo Cooper por el barro! Echa un vistazo a lo que dice la gente en Internet. Quizás quieras echar un vistazo a las etiquetas de tendencia: tu nombre está por todas partes. ¿En qué estabas pensando? ¿Has olvidado cuál es tu lugar? Esto no es una historia de amor que estás viviendo. Estás destruyendo todo lo que has construido, pieza a pieza. Como heredero del Grupo Cooper, se supone que debes actuar con previsión. ¡No puedes tirarlo todo por la borda por algo tan imprudente!». Con un suspiro seco, Kolton clavó una mirada fulminante en Claudius. «Hoy lo has estropeado todo».
Kolton compartía la misma opinión que Kiley: Claudius había actuado como un tonto. Si no hubiera visto las imágenes con sus propios ojos, Kolton nunca habría creído que su hijo fuera capaz de tal locura.
«Ahora mismo, te voy a dar una oportunidad para hablar», dijo Kolton apretando los dientes. «Empieza a explicarte».
Pero Claudius permaneció inmóvil. No pronunció una sola palabra, ni se molestó en mirar su teléfono como se le había dicho. Bajó la mirada al suelo, con los hombros caídos, como un niño que se resigna a recibir una reprimenda. No discutió. No se inmutó. Dejó que la furia de su padre se desbordara sin interrupción.
Fue entonces cuando la puerta del estudio se abrió de golpe, haciendo vibrar las bisagras. Mariana entró con pasos vacilantes, con un aspecto completamente deshecho. Tenía los ojos hinchados, restos de maquillaje manchándole las mejillas y el lado izquierdo de la cara rojo e hinchado. —Papá… ¡mira lo que me ha hecho! ¡No puedes dejarlo pasar!
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Se postró a los pies de Kolton, con la voz quebrada por los sollozos. «¡Claudius… me ha pegado! ¡Me ha pegado por culpa de esa miserable mujer, Maia! ¡Ya está casada y, sin embargo, sigue aferrándose a Vince como una estafadora desvergonzada! ¡Todo en ella es mentira! ¿Y Claudius? Está tan obsesionado con ella que nada más le importa, ni yo, ni esta familia. Papá, me ha quitado todo lo que tenía. ¡Lo he perdido todo por su culpa!». Cada palabra sonaba más desesperada que la anterior y sus piernas casi se doblaron bajo su peso.
Kolton no respondió de inmediato. En cambio, se volvió lentamente hacia Claudio, cuyo silencio no se alteró. Su expresión se volvió más sombría y frunció el ceño. —Delante de todo el mundo, golpeaste a tu hermana. ¿Te das cuenta del caos que eso ha provocado? La gente nos está destrozando en Internet. Mariana perdió el control en público, pero tú no eres mejor, ¡no después de lo que hiciste!
Kolton apretó los puños y entrecerró los ojos para mirar a su hijo. Su voz se volvió fría. «¿Eso es todo? ¿No tienes nada que decir en tu defensa?».
La pregunta pilló a Claudius desprevenido. Levantó lentamente la mirada para encontrarse con la de Kolton. Hubo un destello, algo que no se dijo, pero aun así, se mantuvo en silencio. Hasta ahora, nunca había visto a su padre tan furioso. E incluso con el peso de esa ira presionándolo, seguía sin poder encontrar las palabras adecuadas. Amaba a Maia, eso lo sabía. ¿Pero este lío? Nunca había tenido la intención de que las cosas se salieran de control de esta manera.
Lo único que quería era demostrarle a Maia lo mucho que significaba para él antes de marcharse del país. Si Mariana y Kiley no se hubieran entrometido, nada de esto habría estallado de la forma en que lo hizo.
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