Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 907
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Capítulo 908
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Al otro lado de la mesa, Chris seguía aferrado a su burla anterior. Se inclinó con un brillo juguetón en los ojos. «Bueno, ¿qué te ha parecido mi primera vez? ¿Está bueno?».
En apariencia, sus palabras se referían al postre, pero bajo la superficie se cocía algo más íntimo.
Un rubor rosado se extendió por las mejillas de Maia. «Está muy bueno».
«Espera». Chris extendió la mano y la detuvo con un suave toque mientras le limpiaba una gota de sopa de los labios. Sonriendo, la probó en su dedo, con los ojos brillantes. «Sí, definitivamente dulce».
Ese pequeño gesto hizo que el calor inundara el rostro de Maia.
Había algo casi demasiado tierno en ese momento, y Maia se sintió atraída por la boca de Chris. Esos labios esculpidos, en una leve sonrisa, insinuaban sentimientos no expresados.
La suave iluminación se volvió dorada, mezclándose con la fragancia de la sopa y profundizando el ambiente tranquilo y privado.
Maia se encontró mirándolo fijamente, con el pulso acelerado y la respiración entrecortada. Desde que Chris había entrado en su vida, su corazón parecía latir de forma diferente, mucho más sensible a su cercanía. Cada pequeño gesto suyo parecía traspasar sus defensas y llegar a lo más profundo de su corazón.
La mirada de Chris encontró la de Maia y una conversación tácita se produjo entre ellos en el silencio.
Quizás era la magia de la suave luz de las velas. Quizás era que los sentimientos cuidadosamente guardados de Maia finalmente se habían liberado de la lógica que normalmente los mantenía bajo control.
Una sequedad nerviosa se apoderó de su garganta, sus labios se separaron como para hablar, pero no encontró las palabras.
Los recuerdos de los últimos días pasaron por su mente: todas las dificultades en Sceibar, el caos tras la explosión de Wront… A pesar de todo, Chris nunca había vacilado, siempre había estado a su lado, y su presencia era un constante consuelo.
De repente, todos esos momentos se agolparon en su mente y una poderosa ola de emoción invadió a Maia.
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La necesidad surgió en el pecho de Maia como una ola, chocando contra su vacilación y acelerando su pulso. Sus mejillas se sonrojaron lentamente hasta adquirir un suave tono rosado.
—¿Maia? —Chris notó el cambio en su expresión. Se inclinó un poco más hacia ella, con voz baja y tierna—. ¿Estás bien?
Maia levantó los ojos y su mirada se volvió suave. La cruzó con la de él durante un instante y luego la dejó vagar hacia abajo, deteniéndose en su boca, tan peligrosamente cercana y tentadora. Habló antes de poder detenerse, con un tono tembloroso pero tierno. «Chris… Siento que esta parte… podría ser aún más dulce…».
Antes de que las palabras salieran por completo de sus labios, ya había agarrado la corbata de Chris. Con un suave tirón, lo acercó a ella, se puso de puntillas y, con audacia, presionó sus labios contra los de él.
Chris abrió los ojos con sorpresa. No esperaba que Maia tomara la iniciativa. Pero un instante después, la alegría, profunda e inconfundible, iluminó su rostro. La atrajo hacia él, rodeándole la cintura con los brazos, y le devolvió el beso con feroz pasión y deseo.
Cuando sus bocas se encontraron, el sabor era de miel dorada mezclada con el aroma limpio y fresco que era exclusivamente suyo. Se arremolinaba en sus lenguas, embriagador y dulce, como una bebida fuerte.
Maia sintió como si le hubiera robado el aire de los pulmones. Su pecho subía y bajaba más rápido, sus pensamientos se dispersaban como hojas en el viento. Su corazón latía fuera de ritmo, salvaje y desenfrenado.
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