Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 905
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Capítulo 906
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En ese momento, el débil sonido de una bocina rompió el silencio. Por fin había llegado su taxi. Maia exhaló lentamente y se subió al vehículo.
No se dio cuenta de que, en un rincón sombrío bajo una farola lejana, alguien se movía silenciosamente, con la mirada fija en ella mientras se alejaba.
«Maldita sea». Un suspiro agudo escapó de los labios del hombre escondido en las sombras. No era un contratado cualquiera. Melanie había pagado una fortuna solo para traerlo. Cade Riley tenía un nombre que no necesitaba presentación en Wront. Era el tipo de detective privado al que se llamaba cuando nadie más podía cumplir.
El sudor se acumulaba en su frente a pesar del aire fresco que lo rodeaba. Se pasó la manga por la frente e intentó calmar su respiración. Lo que acababa de suceder hacía unos momentos todavía le ponía los nervios de punta.
«Eso no era normal. No podía haber sido solo una casualidad», murmuró Cade entre dientes, más para tranquilizarse a sí mismo que para otra cosa.
Años de indagar en los secretos de la gente lo habían hecho perspicaz. Los errores eran raros, casi inexistentes. Pero esa noche, mientras seguía a Maia, captó un destello de algo que no esperaba: ella se había detenido y se había dado la vuelta como si lo hubiera sentido.
El momento lo paralizó.
Cade no tuvo más remedio que fundirse en las sombras, con el corazón latiéndole con fuerza. Por suerte para él, ella no se entretuvo. Se dio la vuelta y se metió en el taxi, sin sospechar nada. Tranquilizándose con una lenta exhalación, sacó su teléfono y marcó un número familiar.
—¡Muévete ahora! Acaba de salir un taxi, la matrícula termina en 589 —dijo Cade, con voz seca pero urgente. El recuerdo de haber estado a punto de ser descubierto aún perduraba—. Y no la sigas demasiado de cerca. Mantén un perfil bajo y asegúrate de que no se dé cuenta.
—Entendido, señor —respondió en voz baja al otro lado del teléfono.
Una vez terminada la llamada, Cade echó un vistazo a su alrededor. Nadie lo miraba. Salió de entre los árboles y se dirigió a un sedán negro aparcado a pocos metros. Abrió la puerta con un clic y se subió. Respiró hondo para concentrarse, pisó el acelerador y se puso en marcha.
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Unos veinte minutos más tarde, el taxi se detuvo frente a los apartamentos Elysium. Mientras volvía sobre sus pasos desde Marvelous Garden, una inquietante sensación la acompañaba, como si alguien la hubiera estado siguiendo.
En lugar de dirigirse directamente a casa, Maia se desvió y se coló en un complejo cercano, con la mirada buscando discretamente cualquier cosa fuera de lugar.
Una vez que se aseguró de que no había moros en la costa, bajó la guardia y se dirigió hacia el edificio n.º 5, con un paso un poco más relajado.
No muy lejos, escondido entre las ramas, Cade observaba con creciente satisfacción. No había duda de que ella tenía un instinto agudo, pero no lo suficiente como para despistarlo.
En ese momento, una voz susurrante llegó a su auricular. «Señor, el objetivo parece ser… Maia Watson». Por un instante, Cade se quedó paralizado.
Así que el cliente quería que siguiera a Maia, la genio diseñadora, compositora y artista que había salvado a tanta gente hoy en Harmony Plaza.
Ahora todo tenía sentido… No era de extrañar que el cliente le hubiera ofrecido una suma tan considerable.
Aun así, Cade no era de los que traspasaban los límites profesionales. Lanzó una advertencia, firme y directa. «Céntrate en la tarea. No necesitamos saber demasiado». Eso bastó para que el asistente se tapara la boca con la mano.
Aun así, el silencio no duró mucho. Unos segundos después, la curiosidad se impuso. «Señor, Maia es una especie de heroína ahora mismo después de lo que ha hecho en Harmony Plaza… ¿No le parece extraño que alguien nos pague solo por conseguir su dirección?».
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