Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 897
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Capítulo 898
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Mesurado y reflexivo, su tono transmitía la familiar solidez de la razón. «La valentía de Maia conmovió a todos los que vieron lo que pasó. Además, Vince es el protagonista de un caso de asesinato esta vez: él es el cerebro detrás de todo. Lo sorprendente es que Maia nunca perdió la compostura e incluso logró pillar a Vince desprevenido en una situación tan volátil».
Hurst continuó con un tono emocionado: «No solo se convirtió en una heroína, sino que sus acciones condujeron directamente al arresto de un peligroso criminal aquí mismo, en Wront».
Al oír eso, Melanie abrió mucho los ojos, sorprendida. Las palabras se le atragantaron en la garganta, incapaces de salir.
No esperaba que los elogios de su padre hacia Maia eclipsaran su propia admiración. Lo que realmente la tomó por sorpresa fue cómo Hurst siguió hablando durante casi veinte minutos más describiendo la brillantez táctica de Maia, la controversia pública que la rodeaba y la forma en que toda esta atención se había convertido en una ganancia económica inesperada.
Según Hurst, Maia se presentaba como una prodigio brillante y audaz. Predijo con confianza que MCN estaba a punto de alcanzar una fama vertiginosa y que todo lo que Maia tocara, ya fuera moda, arte o cualquier producto, estaba destinado a permanecer en boga durante años.
Con una sonrisa cómplice en los labios, Hurst dijo: «Ya te he conseguido los últimos diseños de MCN. Sinceramente, si esperamos mucho más, puede que ni siquiera yo sea capaz de mover los hilos adecuados».
Haciendo una pausa para enfatizar, añadió: «Maia nunca deja de sorprenderme. Estoy considerando seriamente reunirme con ella pronto, solo para explorar si hay posibilidades de negocio entre nosotros».
Esas palabras le dejaron la boca un poco seca. Alargó la mano, cogió el café de la mesa y bebió un largo trago.
Melanie aprovechó la oportunidad, se inclinó hacia su padre y le rodeó el brazo con el suyo. Con un tono burlón en la voz, le suplicó: «Papá, hace mucho tiempo que no te veo tan emocionado por alguien. ¿Estás seguro de que no quieres reconsiderar mi idea?».
Esa pregunta hizo que Hurst dejara a un lado su taza. Se volvió hacia su hija y, por una vez, la resistencia habitual en sus ojos pareció suavizarse.
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Los ojos de Melanie brillaron con esperanza mientras insistía: «Papá, sé que antes tenía una impresión equivocada de Maia, pero eso ya es agua pasada. Después de que mamá falleciera, imaginé a muchas mujeres que podrían ocupar ese lugar en tu vida, y ninguna de ellas me parecía adecuada. Pero ahora, sinceramente… me alegraría que fuera Maia. Si la eligieras, lo aceptaría con gusto».
Un ligero rubor tiñó las mejillas de Melanie, algo que rara vez ocurría, aunque esta vez sus palabras resonaban con una sinceridad renovada. Dejando a un lado su habitual timidez, habló con franqueza, decidida a convencer a Hurst sobre Maia. Al fin y al cabo, las segundas oportunidades no esperaban eternamente.
«Maia sería la madrastra perfecta, si alguien pudiera serlo», insistió Melanie, superando su nerviosismo mientras su corazón latía con fuerza en su pecho.
Hurst levantó una ceja y la miró con una expresión a medio camino entre la burla y la sinceridad. —Siempre estás tramando algo nuevo, Melanie. Quizá mañana se te ocurra otra idea y tu opinión sobre Maia cambie con la misma rapidez.
Con un estallido de determinación, Melanie replicó: «Papá, lo digo en serio. Nunca volveré a sentir eso por ella».
Su entusiasmo inusual hizo reír a Hurst. Extendió la mano, le apretó el hombro y le dio un golpecito en la nariz con un gesto familiar de su infancia. —Está bien, está bien, mensaje recibido. Sinceramente, tus esperanzas se te notan en la cara. De verdad quieres que vuelva a ser feliz, ¿verdad?
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