Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 894
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Capítulo 895
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Congelada en la pantalla, el rostro de Maia parecía resuelto e inquebrantable.
Algo en esa imagen provocó una extraña tensión en Raegan.
El comportamiento de Maia era demasiado inusual.
Su aplomo en medio del caos insinuaba algo inquebrantable, algo ensayado.
Si Raegan no hubiera conocido los antecedentes de Maia, habría pensado que era una agente especial experimentada y bien entrenada.
Esa sensación inquietante impulsó a Raegan, por lo que no perdió tiempo en buscar una vez más los registros públicos de Maia.
Con cada capa que Raegan iba desvelando, la situación se volvía más extraña.
De alguna manera, una mujer con un pasado criminal había surgido como la célebre compositora conocida como K. También era reconocida como Eileen Vaughn, la diseñadora principal de MCN. Recientemente, salió a la luz otra revelación: Maia había sido desenmascarada como Matias Watts, el artista que exponía en la galería.
Las piezas no encajaban. Raegan sentía como si estuviera contemplando varias vidas incongruentes obligadas a adoptar la forma de una sola persona.
¿Podría una sola persona lograr realmente tales hazañas? ¿O acaso esos logros deslumbrantes habían sido escenificados, con Maia convertida en un personaje elaborado por manos invisibles? ¿Qué otra explicación tenía sentido?
Quizás su estancia entre rejas no había sido nada normal. Tal vez Maia había pasado esos años con un grupo secreto como «La Máscara», sometiéndose a una preparación rigurosa. Esa posibilidad no podía descartarse. Raegan incluso se sorprendió a sí misma preguntándose si Maia había pisado alguna vez una celda.
Había demasiadas lagunas, demasiadas preguntas sin respuesta, como para llegar a una conclusión clara. Sin embargo, un hecho permanecía: la mente de Maia era extraordinariamente fuerte. Fuera cual fuera el caos, Maia lo atravesaba con tranquila certeza.
¿Realmente había pasado cuatro años encerrada, o su ausencia apuntaba a un entrenamiento intensivo y secreto? Para Raegan, lo segundo parecía cada vez más probable. La verdad parecía estar al alcance de la mano, pero aún había algo que no encajaba, algo que no le parecía razonable.
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Raegan suspiró mientras se recostaba en su silla y se presionaba las sienes con los dedos, irritada.
Fue entonces cuando la puerta se abrió con un suave toque.
Un sonido silencioso atravesó la habitación cuando la manija, que no estaba del todo cerrada, giró. La interrupción sobresaltó a Raegan, sacándola de sus pensamientos. Rápidamente, minimizó todo lo que había en su pantalla que hiciera referencia a Maia. Con manos rígidas, cambió la pantalla a una nueva pestaña, haciendo todo lo posible por parecer absorta en los titulares mundiales.
Un momento después, Kiley entró deslizándose. La seda gris plateada de su bata reflejaba la tenue luz, y algo ligeramente agudo brillaba bajo su apariencia relajada. «¿Estás aquí sola, sin luces, ni siquiera una lámpara?». Sus palabras fluyeron con facilidad y suavidad, pero Raegan percibió una especie de diversión distante.
Reuniendo fuerzas, Raegan esbozó una pequeña sonrisa convincente. «Se me olvidó encender las luces. Me aburría, así que empecé a leer las noticias», dijo, imitando el tono tranquilo de Kiley y ocultando cualquier atisbo de ansiedad.
En un abrir y cerrar de ojos, Kiley se acercó y se inclinó para susurrarle al oído a Raegan: «Raegan…». Dejó el nombre en el aire, con voz juguetona y burlona. «¿Seguro que no me estás ocultando algo?».
Al instante, la postura de Raegan se volvió rígida. Apenas tuvo tiempo de responder antes de que Kiley se inclinara y cogiera el ratón para sí misma.
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