Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 892
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Capítulo 893
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Se hizo el silencio durante un instante antes de que la mesa estallara en carcajadas.
«Maxwell le tiene pánico a su hermana, ¿verdad?», dijo Pattie, secándose una lágrima del ojo. «Eso sí que es increíble».
Maia se rió entre dientes y su mirada se suavizó cuando Chris deslizó otro trozo de carne en su plato. Él no dijo nada, pero la comisura de sus labios se curvó en una sonrisa silenciosa, con la mirada fija en su objetivo.
Mientras tanto, en las afueras de la ciudad, la extensa villa de Axel brillaba tenuemente bajo el cielo estrellado. El dormitorio era un capullo de calidez, perfumado con un ligero aroma almizclado.
En la cama, Axel se movió en sueños, murmurando incoherencias antes de volver a sumirse en sus sueños.
Sobre la lujosa alfombra junto a un sofá de terciopelo, Rosanna estaba sentada acurrucada en una bata de seda, con las rodillas pegadas al pecho. Tenía los ojos fijos en la televisión, cuyas imágenes parpadeantes proyectaban sombras en su rostro.
La televisión seguía emitiendo el reportaje sobre lo que le había sucedido a Maia. La habitación resonaba con aplausos, gritos y la multitud coreando «Maia Watson» una y otra vez.
Rosanna miraba al frente con la mirada perdida. Tenía la boca cerrada, como si hubiera reprimido todo durante años.
Por fin, una sonrisa torcida se dibujó en su rostro, pero ningún sonido salió de sus labios. Se levantó sin prisa y se acercó a la alta ventana. La bata que llevaba hacía que su reflejo pareciera pálido y fantasmal contra el cristal.
«Vince… Vince… Todavía no puedes olvidar a Maia, ¿verdad?», murmuró entre dientes. Entonces, como si hubiera pulsado un interruptor, su tono se volvió gélido. «¡Eres un idiota lamentable! Lo di todo una vez. Soñaba con ser tu esposa. ¿Y ahora? ¡Todo parece un cruel chiste!».
Rosanna bajó la cabeza y una extraña sonrisa se extendió por su rostro. Sus hombros se sacudieron con una risa suave y nerviosa. En un santiamén, esa risa se convirtió en algo salvaje y estridente, que atravesaba el pasado como un cuchillo atraviesa la seda.
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«¡Ja… qué broma! Solía imaginarme a mí misma como la señora Ward. ¡Ahora esa idea me parece ridícula! Vince, me has decepcionado en todos los sentidos. Ni siquiera has podido arrastrar a Maia contigo. ¿En qué demonios estaba pensando al enamorarme de alguien como t ?», vociferó Rosanna medio enloquecida, con la voz llena de risas amargas, burlándose de Vince y, tal vez, en el fondo, ridiculizando a quien solía ser.
Se hundió de nuevo en el sofá, pasando los dedos por su enmarañado cabello, con movimientos pesados.
Después de permanecer sentada en silencio durante un rato, inhaló profundamente. Cuando levantó la mirada, su rostro estaba sereno, incluso había una extraña paz en sus ojos, algo completamente nuevo para ella.
Miró por encima del hombro al hombre que yacía profundamente dormido en la cama: Axell.
El mismo hombre al que había odiado, rechazado y jurado que nunca dejaría acercarse a ella era ahora la única persona en la que podía apoyarse.
Axell ya había dejado su huella en ella. Se había acostumbrado a su olor, a sus hábitos y a su necesidad de tener siempre el control.
Sin embargo, nada de eso importaba ahora.
Rosanna finalmente había visto las cosas tal como eran.
«Resulta que… ningún hombre vale nada», se rió suavemente, con una sonrisa retorcida entre la libertad y un toque de locura.
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