Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 876
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Capítulo 877
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Ajustó la mira de su rifle con precisión experta, fijando la mirada en Vince sin pestañear. El fracaso no era una opción.
Para garantizar que el ángulo fuera perfecto, disparó una sola ronda de prueba contra la pared de mármol opuesta, y el fuerte estruendo del disparo resonó como una advertencia. Un pequeño trozo se desprendió de la pared y, con esa pequeña señal, Maxwell perfeccionó su puntería con precisión mecánica.
No fue necesario realizar más ajustes.
En cuestión de segundos, la mira se alineó perfectamente con el centro de la frente de Vince. Cada respiración de Maxwell era superficial, casi inaudible. Se le formó un nudo en la garganta mientras se preparaba.
Su dedo se desplazó lentamente hacia delante, posándose suavemente sobre el gatillo. Un movimiento silencioso y todo habría terminado.
Pero justo antes de ese momento, la imagen dentro de la mira cambió.
Sin previo aviso, Maia se interpuso directamente en la línea de fuego, protegiendo completamente a Vince con su cuerpo.
«¡Maldita sea!».
Maxwell apretó la mandíbula con tanta fuerza que sintió que se le iban a romper los dientes. Apartó el dedo del gatillo, con los nervios a flor de piel. El sudor le corría por la cara y le latía con fuerza en las sienes, como si acabara de mirar a la muerte a los ojos.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
¿De verdad Maia pensaba intervenir e intentar convencer a Vince?
Por un breve instante, el mundo pareció detenerse. La advertencia de Chris —No dejes que Maia resulte herida— resonaba una y otra vez en la mente de Maxwell.
El disparo tardaría solo 1,19 segundos en alcanzar su objetivo a esa distancia. Con Vince en su punto de mira, Maxwell podía apuntar con total confianza. Pero lo que no podía predecir era si Maia se movería de repente, entrando en la línea de fuego y recibiendo ella misma la bala.
A pesar de todos sus años como sicario, era la primera vez que Maxwell se encontraba sopesando entre quitar una vida y salvarla al mismo tiempo. Su pulso se aceleró y el sudor le goteaba sin cesar mientras luchaba con la decisión.
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Chris, sintiendo la tensión del enfrentamiento, reaccionó al instante. Se lanzó hacia delante, colocándose delante de Maia y sacudiendo la cabeza bruscamente hacia Maxwell. El mensaje era claro y urgente: no dispares.
En ese preciso momento, Vince se echó hacia atrás y el borde de algo metálico brilló bajo su chaqueta.
«Espera, ¿qué es eso? ¡Mirad, Vince está escondiendo algo!», exclamó una chica que estaba cerca del frente, llevándose las manos a la boca. «No puede ser. ¿Son detonadores?».
Su voz apenas se había apagado cuando el pánico se extendió entre la multitud.
«¡Que alguien nos ayude!».
«¡Lleva detonadores!».
En un instante, el miedo se extendió como la pólvora y el caos se apoderó de todos.
Vince escuchó las voces alarmadas y no intentó mantener su secreto. Con un movimiento rápido, se abrió el abrigo para que todos lo vieran.
Los detonadores, pulcros y letales, brillaban bajo la luz del techo, atados a su torso.
De pie frente a la multitud aterrorizada, sonrió como un loco y soltó una carcajada atronadora. «¡Mirad bien! Me he conectado con explosivos. Si Maia no acepta mi propuesta, ¡ni una sola persona de este lugar saldrá con vida!».
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