Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 835
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Capítulo 836
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«¿Quién podría dudar ahora de Maia? ¡Lo había demostrado todo con su talento! Este día quedaría grabado en la escena artística de Otrultho durante muchos años. ¡Su pintura estaba destinada a ser legendaria!».
Los aplausos se intensificaron y los vítores resonaron en la galería, más fuertes que nunca.
Justo cuando el ruido comenzaba a apagarse, una voz atravesó de repente la multitud. «¿He… perdido?».
Mariana se quedó paralizada, con los labios temblorosos y los ojos muy abiertos por la incredulidad y la conmoción. Dio un paso atrás, agarrándose el pecho, apenas capaz de respirar. Se sentía como si se estuviera hundiendo en un pozo sin fondo.
«No puede ser… ¿Cómo he podido perder?». Mariana miró a su hermana Kiley, con el rostro pálido.
La expresión de Kiley era igual de seria y grave.
No había duda: Mariana había sido derrotada.
Aun así, Kiley tenía que averiguar cómo contener las consecuencias de esta batalla artística.
Raegan, que había permanecido callada la mayor parte del tiempo, también estaba perdida en sus pensamientos.
¿La victoria de Maia se debía únicamente a su habilidad o la suerte había influido?
Si no hubieran encontrado esa foto de la madre de Chris, ¿Maia habría tenido algún truco secreto que sacar?
Enfrentarse a Maia requería claramente una planificación cuidadosa y mano firme.
La sala volvió a quedarse en silencio, con una tensión palpable en el aire.
Maia se acercó a Mariana con pasos mesurados. Su rostro estaba tranquilo, pero sus ojos brillaban con intensidad. «Mariana, he vuelto a ganar. Una apuesta es una apuesta. No vas a echarte atrás ahora, ¿verdad?».
Las palabras de Maia golpearon a Mariana como un mazazo. Mariana se quedó paralizada por la sorpresa.
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Esas mismas palabras eran las que ella tenía intención de decirle a Maia, pero ahora los papeles se habían invertido.
Una ola de vergüenza la invadió.
Los ojos de Mariana se enrojecían de ira mientras miraba a Maia con odio. «¡He perdido!», dijo Mariana con voz quebrada, llena de emoción. «¡Maia! Si realmente tienes tanto talento, entonces volvamos a jugar, ¡una partida más!».
Maia se limitó a mirarla con frialdad, sin mostrarse impresionada.
«Y ustedes, jueces, ¿solo porque pintó a alguien que les resulta familiar, la han declarado ganadora?». Mariana se giró hacia los jueces con una mirada acusadora y penetrante. «¿Es eso justo? Díganme, ¿en qué es peor mi pintura que la suya?».
Se aferraba a un clavo ardiendo, luchando con uñas y dientes contra la aplastante verdad, desesperada por liberarse de las adversidades que se le presentaban.
Pero los jueces permanecieron en silencio, ni uno solo le respondió.
En cambio, se enfrentó a los susurros y murmullos de desaprobación de la multitud.
«¿Sigue insistiendo en que no ha perdido? ¿En qué universo es su cuadro mejor que el de Maia?».
«Mariana ha perdido totalmente el control… ¿No fue ella quien quiso este duelo? Hablamos de meterse en algo que le supera».
«Maia ya ha demostrado con sus habilidades que es la reencarnación de Matías. Y el cuadro de hoy incluso ha superado a «Renacimiento». ¿Para qué sirve otra ronda?».
«Las personas que no saben aceptar la derrota siempre dan pena. ¿Y se hace llamar dama Cooper?».
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