Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 831
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Capítulo 832
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«¿Sophia?
«¿De qué estás hablando?».
Las palabras de Chris provocaron otra oleada de murmullos en la sala.
Un ligero cambio se produjo en los rostros de algunos invitados mayores y coleccionistas de arte tan pronto como oyeron ese nombre. Al oírlo, pareció despertarse algo en lo más profundo de sus recuerdos, como si viejas historias hubieran cobrado vida de repente.
Sin embargo, tras una breve pausa, descartaron la idea con un movimiento de cabeza. Seguramente no era ella. Lo más probable era que se tratara simplemente de dos personas con el mismo nombre.
En ese momento, casi todos los presentes no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Se inclinaban unos hacia otros y murmuraban, desconcertados e inseguros.
«¿Sophia? No me suena».
«¿Y qué si sabemos su nombre?».
«¿Cree que con solo mencionar ese nombre es suficiente para que encontremos su foto?».
«Ni siquiera tiene una foto de su madre, pero ¿nos suelta un nombre? ¡Qué tipo más raro!».
En cuanto Maia oyó el nombre «Sophia», sus ojos se iluminaron con sorpresa. Se dio cuenta de que Chris nunca había mencionado ese nombre, ni siquiera una vez. ¿Quizás el dolor de cabeza había refrescado la memoria de Chris, no solo su rostro, sino también otras cosas?
Entrecerró los ojos ligeramente cuando se le ocurrió una idea. Quizás ese trozo de metralla clavado en la cabeza de Chris se había desplazado de alguna manera. Tenía que volver a ver a Lenny, hacerse otra tomografía y averiguar dónde había acabado el fragmento.
Si el destino les daba un respiro, la operación podría no ser tan peligrosa. Chris podría finalmente librarse de ese problema que arrastraba desde hacía tanto tiempo. La sola idea entusiasmó a Maia. Le entraron ganas de agarrar a Chris del brazo y llevarlo directamente al hospital.
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En ese momento, una voz femenina rompió el silencio, aguda y urgente. «¡Esperen!».
Todas las cabezas se giraron al unísono. Todas las miradas se posaron en la mujer que había hablado. Alice se abrió paso entre el grupo. Su rostro parecía más solemne que nunca.
—Chris, mencionaste que tu madre, Nicola, también se llamaba Sophia —dijo ella—. Pero ese nombre no es precisamente único. ¿Hay algo más que recuerdes sobre ella?
Le dio un suave codazo y añadió: «¿Puedes pensar un poco más? Quizás te acuerdes de algo. ¿Tu madre fue alguna vez a Otruitho? ¿Le gustaba pintar o algo así?».
Chris frunció el ceño, claramente esforzándose por recordar. Se llevó la mano a la sien, como por costumbre, como si eso le ayudara a pensar. Pero, sorprendentemente, esta vez no le llevó tanto tiempo.
Al poco tiempo, respondió con calma: «Mi memoria aún está un poco confusa, pero estoy bastante seguro de que ella había estado en Otruitho. Recuerdo haberla visto pintar mucho cuando era niño».
Los ojos de Alice brillaron con repentina energía. Parecía que estaba a punto de dar con la clave, a solo una pequeña pista de desentrañar todo el misterio.
Con entusiasmo, se inclinó y le preguntó: «¿Recuerdas cómo solía firmar sus cuadros? ¿Podrías anotarlo para nosotros?».
En cuanto habló, algunas personas mayores del grupo, especialmente los coleccionistas de arte, parecieron captar la idea y se acercaron para ver mejor. Una persona, rápida de entendimiento, le pasó a Chris un bolígrafo y un pequeño cuaderno sin decir nada.
Chris abrió el cuaderno, cogió el bolígrafo y dejó que su mente se remontara a los días en que era pequeño. Luego, lentamente, comenzó a escribir.
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