Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 826
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Capítulo 827
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Sus fríos dedos buscaron los de ella y los apretaron con fuerza. «Tu pintura… la trajo de vuelta. El rostro de mi madre, su voz… recuerdos que creía perdidos para siempre».
Sus ojos se suavizaron, mirando a Maia. «Gracias, Maia. De verdad».
La alegría se reflejó en la expresión de Maia, y su corazón se llenó de emoción. No había imaginado que su retrato pudiera desatar tal regalo.
«Esto es increíble», dijo con voz alegre. «Deberíamos llevarte al médico más tarde, por si acaso. Puede que te estés recuperando».
Chris frunció el ceño, la curiosidad superando su dolor. «Pero ¿cómo lo has hecho?». Se inclinó hacia ella y le susurró: «Nunca la conociste. ¿Cómo has podido pintarla tan perfectamente?».
La pregunta quedó flotando en el aire y la multitud se inclinó hacia delante, con una curiosidad palpable. ¿Cómo había capturado Maia a una mujer a la que nunca había conocido?
Una vez más, el silencio se apoderó de la sala.
«En realidad es muy sencillo…», dijo Maia en tono relajado, con una leve sonrisa de complicidad en los labios.
Con la multitud observando atentamente, se volvió hacia Chris de nuevo, se acercó con pasos mesurados y le echó un vistazo minucioso al rostro, fijándose en los ángulos marcados de sus rasgos.
«La respuesta… está escrita en tu rostro». Mientras decía esto, levantó la mano y le hizo un gesto. «En muchas familias, las hijas suelen heredar el aspecto de sus padres, mientras que los hijos suelen parecerse más a sus madres. No es una regla estricta, por supuesto, pero suele ser cierto en la mayoría de los casos. Así que…».
Se dio la vuelta, señaló su cuadro y continuó: «Tomé la estructura de tu rostro como guía. Luego, invirtiendo los rasgos e imaginándolos con toques femeninos, construí una imagen de cómo podría haber sido tu madre. Al ver la obra final, estoy segura de que refleja el aspecto de tu madre». La voz de Maia era firme y llena de seguridad.
Mientras sus últimas palabras resonaban en el aire, el espacio se quedó en silencio, como si el aire mismo se hubiera detenido. Entonces, de repente, la sala se llenó de exclamaciones, seguidas de una explosión de vítores y asombro por parte del público y los jueces.
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«¿Qué está diciendo Maia? ¿Puede pintar el rostro de una madre solo con estudiar a su hijo? ¡Parece magia!».
«En las investigaciones criminales, los profesionales pueden reconstruir el rostro de un sospechoso a partir de pequeñas pistas. Si Maia lo ha conseguido, ¡su conocimiento de la anatomía facial es extraordinario!».
«¿Así que esto es lo que es el verdadero talento? ¡Estoy realmente impresionado!».
«¡Maia está en otro nivel! La mayoría de los bocetos forenses solo capturan una idea aproximada, pero el suyo parece increíblemente real, como si la mujer estuviera sentada justo delante de ella. ¡Es más una foto que un cuadro!».
«La obra de Mariana, Contemplación, es sólida, pero no puede compararse con el retrato de Maia».
En ese momento, el ambiente se llenó de emoción y la opinión del público cambió radicalmente.
Mientras la multitud estallaba en emocionadas conversaciones, Mariana, de pie frente a Maia, sintió que su expresión se desmoronaba. Su orgullo se vio afectado. Simplemente no podía aceptar el hecho de que la obra de Maia hubiera recibido un aplauso tan abrumador tanto por parte del público como de los jueces.
Volvió a fijarse en el cuadro de Maia. Tenía un brillo suave y onírico, casi oculto tras una capa brumosa. Con la forma en que la luz y las sombras bailaban sobre él, la imagen parecía como si algo real se hubiera depositado suavemente sobre el lienzo.
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