Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 811
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Capítulo 811
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Raegan se quedó paralizada, sin aliento. La mirada de Kiley la atravesaba, implacable. Tragó saliva con dificultad, mientras su mente buscaba una respuesta.
Una extraña quietud se apoderó de la habitación, tan densa que parecía que se podía cortar con un cuchillo.
Con una respiración lenta, Raegan se tranquilizó y soltó un comentario casual. «La mayoría de las mujeres simplemente no me interesan».
Mientras hablaba, levantó la mano y ladeó suavemente la barbilla de Kiley hacia ella, inclinándose con una sonrisa juguetona. «La única razón por la que Maia me llamó la atención… eres tú».
Kiley parpadeó, con la voz apenas por encima de un susurro. «¿Yo?».
«Por supuesto». Había algo indescifrable en los ojos de Raegan: burlón, curioso. Se mordió suavemente el labio inferior y añadió: «No tenías que decir nada. Pude ver lo furiosa que estabas hoy en cuanto te miré a la cara».
Kiley se quedó callada, con la mirada tranquila pero firme, clavada en la de Raegan.
Raegan se puso de pie y se alisó la tela del vestido con cuidado deliberado. «Solo quería entender tu punto de vista. En cuanto a dónde fui… como dije, solo di un paseo esta noche para aclarar mis ideas».
Mientras hablaba, metió la mano en el bolso, sacó el teléfono y tocó la pantalla para abrir la galería de fotos. «Por casualidad, pasé por delante de una iglesia. Tenía un encanto extraño, así que le hice esta foto».
La imagen mostraba una iglesia tranquila bañada por las sombras, con su imponente aguja tenuemente iluminada bajo el cielo nocturno.
Con un movimiento sencillo, le pasó el teléfono a Kiley, con una sutil sonrisa en los labios. «Por cierto, esos guardaespaldas que has contratado… no parecen muy fiables».
Raegan cruzó los brazos, ladeó la cabeza y preguntó: «¿Cómo conseguí pasar junto a ellos sin que se dieran cuenta? Deben de estar distraídos cuando trabajan».
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Abordar la sospecha con lógica era mucho más eficaz que fingir que no existía. ¿Por qué tenía que estar mintiendo? Era muy posible que los guardaespaldas hubieran descuidado su deber y no la hubieran visto salir del hotel.
Kiley se quedó mirando la foto un momento más antes de levantar finalmente la vista. Al notar la tensión en el rostro de Raegan, exhaló suavemente y su expresión se suavizó en una leve sonrisa. —Quizá me precipité al sacar conclusiones. Tienes razón. Esos guardias no están…
…haciendo su trabajo. Los sustituiré pronto». Su tono sonaba casi como un consuelo.
Kiley se inclinó hacia delante y dio un suave golpecito a su ordenador portátil. «He encontrado información sobre Maia. Ya que tienes tanta curiosidad, ¿por qué no me ayudas a entenderla?». Sin esperar respuesta, se levantó de su asiento, se desató el cinturón de la bata y se dirigió al cuarto de baño. «Estoy agotada. Voy a darme un baño».
Raegan respondió con naturalidad, con un tono ligero y sin afectación. «No te preocupes. Yo me encargo».
En cuanto Kiley se deslizó tras la puerta del baño, la expresión agradable de Raegan se desvaneció. Su postura cambió y se sentó más erguida.
La pantalla brilló cuando Raegan ajustó el ángulo, entrecerrando los ojos con concentración mientras examinaba los datos sobre Maia. En el monitor se mostraban imágenes, clips de noticias y registros públicos, cada uno de los cuales ofrecía una visión de la vida cuidadosamente seleccionada de Maia.
Un titular llamó su atención, atrayéndola como un hilo suelto a la espera de ser desenredado. Con unos rápidos clics, Raegan cerró todas las demás pestañas, dejando solo el artículo que detallaba el cumpleaños de Maia.
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