Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 797
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Capítulo 797
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Pero Maia actuó como si Raegan no existiera, negándole la dignidad de reconocerla.
Con deliberada calma, dirigió su mirada hacia Mariana. Su voz transmitía una tranquilidad despreocupada.
«Mis condiciones son claras. Si quedas en primer lugar, me alejaré del mundo del arte para siempre. Pero si las cosas cambian y pierdes, tendrás que hacer lo mismo: desaparecer de la pintura para siempre».
Una sutil sonrisa de complicidad se dibujó en la comisura de sus labios.
«Entonces, Mariana, ¿te atreves a aceptar?».
Las palabras parecieron congelar la sala. Un silencio antinatural se apoderó de la multitud, inmovilizando a todos.
Los espectadores miraron a Maia con asombro, desconcertados por la audacia de su propuesta.
Nadie, ni en sus sueños más descabellados, había esperado que ella se lo jugara todo de esta manera.
Entonces, como si fuera una señal, un suspiro colectivo rompió el silencio, seguido de una oleada de murmullos.
«Increíble… Esto no es solo un duelo artístico. Están jugándose toda su vida».
«Debe de estar loca. ¿Quién arriesgaría su futuro en un concurso?».
«Para alguien que respira arte, abandonar el mundo de la pintura es como desaparecer».
Un repentino tic parpadeó en los ojos de Raegan cuando se dio cuenta, y su boca se torció con una fría diversión.
«Maia Watson, debes de estar loca, o estás jugando a algo completamente diferente…».
Sus palabras se ralentizaron, deliberadas, rebosantes de desprecio.
«Solo estás haciendo esta apuesta escandalosa para desconcertar a Mariana. Está claro que no tienes el valor necesario para una competición real, ¿verdad?».
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Esa acusación provocó otra oleada entre la multitud.
«¡Está fanfarroneando!», gritó alguien.
«¡Es verdad! ¿Quién arriesgaría todo por un capricho como ese?».
«Es obvio que está fingiendo, solo espera que Mariana pierda los nervios para poder escabullirse».
«Miedo, simple y llanamente: tiene miedo de perder».
De repente, el ambiente en la sala cambió y los susurros se volvieron contra Maia.
Kiley, por su parte, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, inquieta por el repentino giro de los acontecimientos. Su mirada se volvió más fría y frunció el ceño con preocupación.
Era cada vez más evidente: no se debía subestimar a Maia. Desde el principio, su objetivo había sido socavar al Grupo Cooper.
Kiley se dio cuenta de que Maia era una amenaza, una amenaza que debía eliminarse lo antes posible.
Anhelaba un momento de tranquilidad con Mariana, con la esperanza de evaluar cuán segura se sentía su hermana de ganar.
Pero antes de que Kiley pudiera intervenir, Mariana soltó una risa desdeñosa.
«¿Crees que me asusto fácilmente? ¡Deja de hacerte la importante, Maia!».
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