Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 796
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Capítulo 796
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En ese momento, Kiley puso suavemente una mano sobre el hombro de Mariana, instándola a que dejara de echar leña al fuego. Con un elegante paso adelante, atrajo la atención de todos. Sus ojos, firmes y agudos, se fijaron en Maia con un aire de tranquila superioridad.
«Señorita Watson. Las noticias vuelan. Dicen que armó un buen revuelo en el banquete del Grupo Cooper». Su voz era mesurada, pero sus palabras cortaban con precisión. «Si realmente es tan audaz, subamos la apuesta esta vez. Si pierde, esperamos que entregue la empresa Aurora Apparel Company y haga pública una disculpa, admitiendo que fingió ser Matías».
Hizo una pausa y su mirada se endureció como una navaja. —Pero si gana, señorita Watson, tiene nuestra palabra. Pida lo que quiera y lo aceptaremos, siempre que sea razonable.
En cuanto pronunció esas palabras, el público se llenó de incredulidad. Nadie había previsto que la declaración inicial de Kiley convertiría una simple demostración artística en una batalla de alto riesgo por la reputación.
Con la barbilla apoyada ligeramente en la palma de la mano, Maia se sumió en una reflexión silenciosa, con los ojos brillantes.
A decir verdad, nunca había planeado revelar su identidad como Matias tan pronto. Pero con Mariana y Kiley prácticamente forzando un desafío, no había razón para contenerse.
Además, causar problemas al Grupo Cooper encajaba perfectamente con su estrategia.
Ver a Kiley y Mariana juntas confirmó sus sospechas: el Grupo Cooper tenía la intención de expandirse, utilizando la influencia de Radiant Jewels y sus propios recursos para lanzar a Mariana como una estrella en el mundo del arte.
Permitir que el Grupo Cooper se hiciera más fuerte era impensable. Cuanto más débiles se volvieran, mayores serían las posibilidades de Maia de hacerse con sus acciones y tomar el control.
Decidida, Maia levantó la cabeza y clavó su fría mirada en Kiley y Mariana.
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«¿Eso es lo mejor que podéis hacer? Ya que estáis tan ansiosos por emociones fuertes, ¿por qué no hacéis las cosas realmente interesantes?».
Su burla casual provocó otra oleada de conmoción entre la multitud. Su tono era ligero, pero sus palabras tenían un filo cortante que dejó a los espectadores atónitos.
Los susurros se extendieron por la sala mientras la gente intercambiaba miradas inquietas.
«¿De verdad está picando el anzuelo? ¿No le preocupa perder?».
«Debe de estar loca: el reto ya es arriesgado, ¿y ella quiere añadir más?».
«Se lo está jugando todo. ¿Ha perdido completamente la cabeza?».
La duda pronto dio paso a la curiosidad, y un tenso silencio se apoderó de la sala.
Incapaz de morderse la lengua, Raegan dio un paso adelante con una burla sarcástica. «Señorita Watson, se está sobrevalorando demasiado». Entrecerró los ojos con desdén. «Me he cruzado con mucha gente arrogante, pero nunca con alguien tan imprudente como para desafiar al destino cuando las probabilidades están en su contra. Siga mi consejo: deje de fingir. ¿Quiere subir la apuesta? Más le vale estar segura de que puede soportar la derrota».
Después de asegurarse de que sus palabras calaran hondo, soltó una risa aguda, con desprecio en los labios.
«¿O tal vez… siempre tuviste pensado incumplir tu promesa si las cosas salían mal?».
Sus comentarios burlones provocaron risitas entre varios espectadores, avivando el creciente entusiasmo de la multitud.
Maia, sin embargo, mantuvo la compostura. Lanzó a Raegan una mirada firme e indiferente antes de darse la vuelta, ignorándola por completo.
Ese silencioso desdén golpeó a Raegan más fuerte que las palabras. Su cuerpo se tensó por la frustración. «Tú…».
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