Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 777
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Capítulo 777
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Cuando el reloj marcó las nueve, Alice los había llevado de vuelta al hotel con su elegancia y eficiencia habituales.
Las habitaciones de Maia y Chris estaban una al lado de la otra. Cuando llegaron al pasillo, Chris dudó antes de llamar a su puerta y, finalmente, rompió el silencio.
«¿De verdad parezco un guardaespaldas?».
Maia, con la mano en el pomo de la puerta, giró la cabeza. Sus ojos brillaban con picardía mientras lo observaba durante un instante.
«Sí», dijo en voz baja. «Irradias seguridad. Es un don».
La irritación que había nublado brevemente el rostro de Chris se evaporó como la niebla al sol. Sus hombros se relajaron y las comisuras de sus labios se levantaron en una expresión despreocupada y orgullosa, solo por un momento.
Maia sonrió. —Descansa un poco. Mañana por la mañana tenemos cita en el hospital afiliado a la Academia Real de Sceibar para tu revisión. El profesor Bryant ya lo ha organizado todo.
Chris asintió con la cabeza. —Entendido.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en un hotel de cinco estrellas en el corazón de Burlwood Grove, se desarrollaba un tipo diferente de tranquilidad. En la última planta, dentro de la suite presidencial, una suave iluminación pintaba la habitación con tonos cálidos y el aire transportaba el delicado burbujeo del champán frío. El ambiente era de elegancia a medida, de buen gusto y deliberada.
Se oyó un suave y comedido golpe en la puerta.
Una mujer elegante dejó su esbelta copa de champán sobre la mesa de mármol y se levantó con gracia y sin prisas para abrir la puerta.
Mariana estaba fuera, con los hombros ligeramente encogidos y los dedos temblorosos a los lados.
Cuando se abrió la puerta, levantó la vista y se quedó paralizada.
La mujer que tenía ante sí parecía salida de una revista de alta costura: vestía un conjunto de terciopelo color champán que se ceñía a su figura con un corte impecable. Su maquillaje era perfecto. Sus ojos, fríos y evaluadores, no revelaban nada.
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Irradiaba nobleza envuelta en hielo.
Esta mujer era la hermana de Mariana, Kiley Cooper, la hija mayor de Kolton y actual directora ejecutiva de Radiant Jewels.
«Hola, Kiley». El tono de Mariana era cálido, su sonrisa amable y acogedora.
Kiley le devolvió el gesto. «Ha pasado mucho tiempo, Mariana».
Una vez que ambas se sentaron e intercambiaron algunas palabras de cortesía, la conversación pasó rápidamente al motivo de su encuentro.
«Pensaba que últimamente tenías la agenda muy apretada. ¿Qué te ha llevado a venir a Sceibar de repente?», preguntó Mariana, inclinándose ligeramente hacia delante.
Había llegado a la ciudad antes de lo previsto para la próxima exposición de arte y ese mismo día se había enterado de que su hermana mayor, Kiley, se encontraba en la misma ciudad. Esa revelación la había impulsado a acudir sin dudarlo.
Kiley dio un sorbo lento a su copa de vino y la hizo girar con elegancia. —¿No te lo ha contado papá? Radiant Jewels es uno de los principales patrocinadores de este prestigioso evento artístico.
Mariana parpadeó sorprendida. —Espera, ¿tú también estás aquí por la exposición?
Kiley asintió sin dudarlo. —Así es. Este evento es un paso importante para la expansión de nuestra familia Cooper en la industria del arte. Se espera que exhibas tus mejores piezas para ayudar al Grupo Cooper a hacerse un nombre en este ámbito. Y, además, es un escenario ideal para descubrir nuevos talentos que puedan ayudarnos a innovar en las futuras colecciones de Radiant Jewels.
Una mirada aguda se apoderó de los ojos de Kiley. Para ella, reunir a artistas talentosos no solo significaba elevar su marca de joyería. También era un paso calculado para expandir la presencia de la familia en la industria del arte y fortalecer la posición del Grupo Cooper una vez que Mariana ascendiera en el escalafón.
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