Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 774
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Capítulo 774
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Jarrod se movió incómodo, con expresión sombría. Se volvió hacia sus padres y murmuró:
«Papá, mamá, os lo digo, Maia está arriba. Está haciendo esto para ver cuánto tiempo esperamos».
A pesar del calor sofocante, los otros tres permanecieron clavados en el sitio, asintiendo en silencio con Jarrod.
Ninguno de ellos hizo ademán de marcharse.
En la planta superior, Pattie se enteró de que, incluso después de que se hubiera apagado el sistema de refrigeración, la familia Morgan y Vince seguían negándose a moverse.
Un silencioso bufido escapó de sus labios.
«Increíble. Están completamente locos. Dile a seguridad que pueden tomarse un descanso en algún lugar más fresco. Si esos cuatro quieren achicharrarse, que se achicharren».
Para Pattie, esta pequeña incomodidad no era nada comparada con el sufrimiento que Maia había soportado en el pasado.
No sentía ninguna simpatía por ellos. Al fin y al cabo, había sido su ceguera la que había condenado a Maia a cuatro años entre rejas.
En ese momento, su teléfono vibró. Maia le había enviado un mensaje: «Me voy pronto a Sceibar. Tú te encargarás de la empresa hasta que vuelva. Avísame si surge algo importante».
Durante los días siguientes, Vince y la familia Morgan actuaron como si hubieran formado un pacto silencioso.
Cada día, se presentaban sin falta.
Su persistencia tenía el aire de una silenciosa competición, cada uno decidido a demostrar su devoción.
Sin embargo, Maia nunca apareció.
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Antes de que se dieran cuenta, habían pasado dos semanas.
Una mañana temprano, Maia llevó a Chris al aeropuerto. Se había mantenido aislada durante ese tiempo, rechazando incluso los intentos de Ethan por reunirse con ella. La mayor parte de su atención se centró en estudiar la condición médica de Chris, mientras que el resto lo dedicó a ofrecer comentarios ocasionales sobre los borradores de diseño de Alice.
Mientras tanto, le llegó la noticia de que el Grupo Cooper había sufrido un duro golpe. Un envío retrasado había provocado una fuerte sanción económica, lo que había sumido a la empresa en una situación difícil.
Casi parecía como si el destino finalmente estuviera inclinando la balanza a su favor.
Chris, por su parte, había mantenido un perfil bajo. Desde su última conversación, rara vez salía de casa y, cuando lo hacía, se aseguraba de volver temprano y siempre la mantenía informada.
Últimamente, la llamaba «cariño» con mucha más frecuencia de lo habitual.
Mientras caminaban, Chris arrastraba la maleta detrás de él y le sonreía por encima del hombro.
Cariño, creo que este es el primer viaje que hacemos como matrimonio.
Maia no ocultó su enfado.
Modera tu tono cuando estemos en público. ¿Y si alguien te ve?
Chris se limitó a encogerse de hombros con indiferencia.
Vamos. Con la ropa que llevamos, nadie nos va a reconocer.
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