Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 759
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Capítulo 759
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La voz pilló a Maia desprevenida. Sostuvo el teléfono durante un momento antes de volver a dejarlo sobre la mesa.
Chris no había regresado como había prometido y no había enviado ningún mensaje para explicar por qué. ¿Ahora incluso había apagado el teléfono?
Maia frunció el ceño y sintió una presión silenciosa en el pecho. No era exactamente dolor, solo un peso sordo y confuso.
Sus ojos se posaron en la comida que había preparado con tanto esmero. El vapor hacía tiempo que se había desvanecido.
Él había dicho que estaría en casa a las siete. Ella había preparado la cena antes de lo habitual, e incluso había añadido un plato especial a base de hierbas solo para él.
Un suspiro se escapó de los labios de Maia. Una sombra de duda cruzó por su mente: tal vez ella se preocupaba más por Chris de lo que él había pretendido. Quizás la verdad era más simple: Chris simplemente no sentía lo mismo que ella.
Si realmente le importaba, ¿no le habría enviado al menos un mensaje o le habría llamado por teléfono para explicárselo? ¿Cómo podía simplemente apagar el teléfono, como si ella no importara, como si no mereciera su tiempo ni una sola palabra?
Empezó a sentirse ridícula. Esperar algo de él ahora parecía un error. Las expectativas solo conducían a la decepción.
«Me limitaré a comer», susurró Maia entre dientes, apretando los dientes contra el labio inferior mientras empujaba la comida por el plato.
Unos bocados más tarde, dejó el cuchillo y el tenedor. Los sabores le parecían apagados, como si la comida hubiera perdido todo su calor.
Otro suspiro silencioso se le escapó.
Se levantó de la mesa y salió al balcón. La brisa de la tarde le acariciaba la piel, fresca y silenciosa. El cielo se extendía sobre ella, vacío de estrellas, igual que el vacío que sentía en su interior.
De vuelta en el sofá, volvió a mirar su teléfono. Nada.
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Apretando la mandíbula, volvió a marcar su número, solo para escuchar la misma respuesta automática. Su teléfono seguía apagado.
Con el dispositivo en la mano, Maia permaneció sentada mientras el silencio de la habitación se intensificaba y las horas pasaban lentamente. El resplandor de la luz del techo proyectaba largas sombras, lo que hacía que su soledad se sintiera aún más pronunciada.
Acomodada en el sofá, se aferró al teléfono, sin darse cuenta de cuándo el sueño finalmente se apoderó de ella.
De repente, un agudo timbre rompió el silencio.
Sobresaltada, Maia se incorporó y, con un reflejo, agarró el dispositivo. Pero cuando miró la pantalla, el nombre que aparecía no era Chris, sino Ethan.
Durante un breve segundo, Maia dudó. Una llamada nocturna de Ethan no era habitual, ¿había pasado algo?
Pulsó el botón de respuesta con cierta inquietud. «Hola, Ethan. ¿Va todo bien?».
Al otro lado, Ethan respiró hondo. —¿Puedes venir ahora mismo a Marvelous Garden? Hay algo que prefiero decirte en persona.
Eso la tomó por sorpresa. Maia nunca había oído a Ethan hablar con tanta seriedad, y una silenciosa preocupación se apoderó de ella. «¿Ha pasado algo?».
Su respuesta llegó un momento después. «En realidad, no… Solo necesito verte y hablar contigo como es debido».
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