Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 741
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Capítulo 741
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Al mismo tiempo, en otro lugar a puerta cerrada, Chris llegó a las mismas estrategias que Maia. Estudió minuciosamente los esquemas técnicos y realizó simulaciones para cada posible punto de ataque.
Su análisis era claro: el sistema de navegación ofrecía la ruta de menor resistencia, mientras que el núcleo de control principal ofrecería la mayor resistencia.
Con autoridad, Chris se dirigió a su equipo.
«Muy bien, todos: el plan A entra en acción».
Su intención era simple: dejar la embarcación a la deriva, perdida e indefensa en mar abierto.
A la deriva, la nave vagaría por el mar para siempre, un barco fantasma destinado a no encontrar nunca tierra firme.
El personal de la base respondió al instante y se puso en marcha en cuanto Chris dio la orden.
Un mensaje de Maxwell apareció en la pantalla de Chris.
«¡Hawk ya está en posición!».
La frustración tensó la mandíbula de Chris. Desestimó la actualización de Maxwell y se centró en el mensaje sin abrir de Maia. Tras una breve pausa, decidió no responderlo.
En otro lugar, Maia miró su teléfono y se dio cuenta del silencio por parte de Chris. Un rápido vistazo al reloj le dijo todo lo que necesitaba saber.
Suponiendo que debía de estar de camino, decidió no insistir en el asunto.
En ese momento, un nuevo correo electrónico de su equipo llegó a su bandeja de entrada. Una sonrisa de diversión brilló en sus ojos mientras lo leía.
«Ahora bien, este sistema de buques de carga… es un rompecabezas que merece mi tiempo».
Mientras tanto, en la sede del Grupo Cooper, Kolton entrecerró los ojos y su expresión se endureció en la sala de juntas.
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Acababa de llegar la noticia de un intento de pirateo dirigido a los sistemas del barco.
«Esos idiotas de antes deben de haber aprendido la lección. No se arriesgarían a un ataque frontal después de lo último».
Una voz distorsionada interrumpió la videollamada. Al otro lado de la pantalla, un hombre elegantemente vestido se reclinaba en una silla ornamentada, con el rostro oculto por una elegante máscara negra, de la que solo se veía su mirada fría y depredadora.
«Su cabecilla recibió una bala en el último encuentro. Aunque siga vivo, ahora no supondrá una gran amenaza».
Kolton debía gran parte de su poder a la enigmática figura sentada frente a él, su mayor aliado en las sombras.
Una voz ronca y áspera teñía cada palabra que pronunciaba el hombre, lo que hacía sospechar que tenía antiguas lesiones en la garganta.
Kolton nunca había vislumbrado los rasgos ocultos tras la máscara, y la verdadera identidad del desconocido seguía siendo un misterio.
Solo sabía que debía llamarlo «Thomas», siguiendo las instrucciones que le habían dado desde el principio.
La determinación se apoderó de la mandíbula de Kolton.
«¡Cueste lo que cueste, Thomas, ese envío sale esta noche! La última vez, la pérdida de la carga casi arruina nuestra reputación. Otro fracaso nos destruirá ante los compradores».
Thomas soltó una risa escalofriante.
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