Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 738
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Capítulo 738
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Jarrod tampoco podía quedarse callado.
«Maia, ¿me oyes? Soy Jarrod. Por favor, ¿podemos hablar? Te lo ruego de verdad».
Sin perder el ritmo, Richard lo intentó de nuevo.
«Maia, por favor, reúnete con nosotros una vez. Todo lo que pasó fue culpa nuestra. Todos necesitamos una oportunidad para decir lo que pensamos. ¿Nos lo permitirás?».
Por un momento, el dedo de Maia se detuvo en el aire, indeciso.
Sus palabras despertaron algo en ella, un destello de emoción que se reflejó en su rostro. Quizás si todo esto hubiera sucedido cuatro años atrás, ella se habría detenido a escuchar.
Sin embargo, el presente era diferente. No sentía ninguna obligación.
Sus súplicas cayeron en saco roto.
Resueltamente, Maia pulsó «fin» y bloqueó el nuevo número sin dudarlo ni un instante.
Esa sería la última vez que dejaría pasar una llamada desconocida.
Al otro lado, el seco clic de la llamada resonó en los oídos de Richard, que apretó la mandíbula.
Los ojos de Sandra ardían mientras se volvía hacia él.
«¡Richard! ¿Qué te pasa? Maia ya está furiosa y tú sigues hablándole con desprecio. ¿Alguna vez te has parado a pensar por qué nos ha bloqueado? Mira este desastre, ¡lo has empeorado!».
Las palabras salieron con enfado, con frustración en cada sílaba.
Aunque los tres finalmente acordaron sincerarse y ofrecer a Maia una disculpa sincera, romper con patrones de toda la vida no era tan fácil. La costumbre de Richard de usar un tono agudo y crítico llevó a Sandra casi al límite. Habían conseguido que Maia contestara la llamada, solo para ver cómo la oportunidad se les escapaba de las manos por culpa de él.
La tensión se apoderó de los puños cerrados de Jarrod. Se tragó sus propias quejas sobre su padre, pero la decepción lo carcomía: cualquier esperanza de enmendar las cosas parecía ahora perdida.
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Con un profundo suspiro, Richard intentó explicarse.
«No era mi intención…».
La impaciencia tiñó la respuesta de Sandra.
«¿Cuál es el plan ahora? ¿Se supone que debemos seguir aquí de pie? Si Maia no aparece, ¿vamos a perder todo el día?».
Murmurando entre dientes, la irritación de Sandra creció. En su mente, la terquedad de Richard encabezaba la lista de razones por las que Maia no quería tener nada que ver con la familia Morgan, solo superada por la constante intromisión de Rosanna. Su mirada lo decía todo.
Una repentina chispa cruzó el rostro de Jarrod. Secándose el sudor de la frente, buscó a tientas su teléfono y empezó a escribir furiosamente. Animándose, levantó la vista.
«Mamá, papá, mirad: si alguien bloquea vuestro número, ¡podéis seguir enviándole mensajes de texto! ¡Los mensajes seguirán llegando!».
Dudó un momento y luego sugirió:
«¿Por qué no ponemos todo lo que queremos decir en un mensaje y se lo enviamos a Maia?».
Sandra y Richard se miraron sorprendidos, desconcertados por la idea.
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