Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 725
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Capítulo 725
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Sin mostrar ningún indicio de cordialidad, Kolton asintió secamente con la cabeza.
«Sigue comprando nuestras acciones. Coordínate con las instituciones financieras para difundir noticias favorables».
«Me encargaré de ello», respondió Claudius, echando un rápido vistazo al precio de las acciones en caída libre. En el fondo, estaba dividido. El nombre de Maia finalmente había sido absuelto, y eso debería haberle reconfortado. Incluso había pensado que esto podría convencer a su padre de que le dejara ir tras ella.
Pero Mariana tuvo que involucrarse, haciendo alarde de su supuesta inteligencia al filtrar el vídeo del banquete. Las consecuencias fueron catastróficas.
El caos que Mariana desató estaba arrastrando a todo el Grupo Cooper, y Claudius estaba furioso. Había querido localizarla esa mañana y exigirle que le dijera qué estaba pensando, arriesgando tanto solo para impedir que él estuviera con Maia.
En cambio, Mariana ya había tomado un vuelo temprano a otro país, Sceibar, dejándolo con nada más que ira y una montaña de trabajo. Había pasado toda la mañana luchando por reunir el capital suficiente para mantener la empresa a flote.
La voz de Kolton sacó a Claudius de sus pensamientos, fría como siempre.
—Las cosas han ido demasiado lejos como para que culpes a tu hermana. Y en cuanto a Maia, mi postura no ha cambiado. Ella seguirá teniendo que responder por las pérdidas que hemos sufrido.
Claudius se quedó rígido, al darse cuenta de que su padre lo había calado.
Rápidamente, respondió:
«Me encargaré de ello. Me aseguraré de que esta situación se resuelva».
Kolton le lanzó una mirada que podría cortar cristal. Sabía que Claudio era inteligente y ingenioso, pero demasiado dominado por sus sentimientos.
Aun así, Kolton confiaba en las prioridades de su hijo. Los intereses familiares siempre eran lo primero, una lección que le había inculcado desde su infancia.
Aun así, Kolton entendía que la crisis actual del Grupo Cooper iba más allá de la caída libre del precio de las acciones. La indignación pública ya había puesto en peligro varios acuerdos comerciales.
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Aun así, esos proyectos no eran los que más beneficios reportaban a la empresa. Sin embargo, esa noche estaba prevista la salida de un envío valorado en más de diez mil millones.
En esta ocasión, solo se había seleccionado a los mejores de su división de seguridad para encargarse de él como equipo de escolta.
Kolton incluso había preparado un barco señuelo para atraer a la tripulación responsable del último robo.
Si esos ladrones se atrevían a intentarlo de nuevo, él estaba dispuesto a asegurarse de que ninguno saliera con vida.
Mientras Kolton movía sus piezas de ajedrez entre bastidores, Chris finalmente llegó al bar tenuemente iluminado, escondido en lo profundo de un estrecho callejón.
Entró, cerró la puerta y presionó su mano contra un panel oculto. Con un movimiento suave, una puerta secreta se abrió y él desapareció en la oscuridad.
En el interior, la base secreta bullía de actividad. Más de un centenar de agentes se afanaban en sus tareas. En cuanto Chris apareció, varios jefes de equipo se apresuraron a informarle.
«Jefe, hemos rastreado el barco que tiene previsto zarpar esta noche, pero no es como antes. Es un buque de carga a gran escala, enorme».
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