Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 721
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Capítulo 721
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El vapor se elevaba desde la cocina, llevando al aire el calor de la leche y el rico aroma del aceite para freír.
La mirada decidida de Chris se reflejó en sus ojos pensativos.
De repente, se le ocurrió una idea: tal vez mañanas como estas podían hacer la vida más dulce.
Su ensoñación se vio interrumpida cuando Chris, en medio de la preparación, se quedó repentinamente inmóvil. Una profunda arruga se formó entre sus cejas mientras se presionaba la frente con la palma de la mano.
La preocupación se reflejó en los ojos de Maia. Dejó su asiento y se apresuró a acercarse a él, extendiendo la mano para sostenerlo.
«¿Te ha vuelto a doler la cabeza?».
A mitad de la pregunta, Chris se giró de repente y, sin previo aviso, le dio un ligero beso en la mejilla.
Cambió el ambiente con un tono tranquilo.
«El desayuno está listo».
Ese gesto inesperado dejó a Maia clavada en el sitio. Chris no esperó a que ella respondiera. En lugar de eso, cogió dos platos y los llevó a la mesa.
Durante varios segundos, Maia se quedó allí parada, incrédula. Finalmente, se llevó la mano al lugar donde él la había besado y preguntó:
«¿De verdad no te encontrabas bien o solo estabas fingiendo?».
«Puedes adivinarlo», respondió Chris, dándole la espalda y con un tono demasiado satisfecho consigo mismo.
En realidad, solo quería tranquilizarla.
Maia entrecerró los ojos y frunció el ceño.
«Adivinar no forma parte del plan. Sigues cumpliendo cada paso de mi tratamiento».
Maia se recostó en su silla, tomó su vaso y dejó que la cremosa leche se derritiera en su lengua. El sabor era intenso y suave. Con cada bocado de tocino crujiente y huevos dorados, el desayuno parecía un manjar digno de una ocasión especial.
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Cada vez que Chris cocinaba, parecía mejorar.
Maia no pronunció ni un solo cumplido. En cambio, mantuvo la mirada fija en su plato y se concentró en su comida.
Aun así, no podía olvidar el momento anterior, cuando Chris había apretado tanto los puños que se le habían puesto pálidos los nudillos.
No había duda: Chris realmente había estado sufriendo, y lo que sentía estaba lejos de ser agradable.
El silencio se apoderó de la mesa, ya que ninguno de los dos dijo una palabra y ambos se sumergieron en sus propios pensamientos.
De repente, ambos levantaron la vista y sus miradas se cruzaron. En ese mismo instante, ambos comenzaron a hablar.
«Chris…».
«Maia…».
Pasó una fracción de segundo de sorpresa entre ellos, y luego ambos comenzaron a reír.
Maia soltó una risita mientras parpadeaba.
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