Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 720
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Capítulo 720
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Cuando llegó la mañana, la implacable tormenta que había azotado la ciudad durante horas finalmente amainó.
Los rayos del sol se filtraban suavemente a través del cristal, calentando los rincones de la habitación. En las ramas del exterior, las gotas de agua de lluvia brillaban, bailando con cada suave movimiento del viento.
Maia no se levantó a la hora habitual. El sueño la retuvo hasta que el reloj marcó las nueve.
La confusión nublaba sus pensamientos. Los recuerdos de aquel beso sincero y prolongado de la noche anterior le provocaban un calor repentino en las yemas de los dedos, y aún podía sentir el calor de Chris en sus labios.
La noche anterior había actuado por impulso, incluso había arrastrado a Chris al sofá con ella.
Recordar esos momentos le hacía arder las mejillas, como si se hubiera prendido fuego por dentro. «¿Cómo pude dejar que las cosas llegaran tan lejos? Anoche, casi…».
Cruzar los límites con Chris nunca le había parecido posible, a menos que el deber o las circunstancias lo exigieran. Sin embargo, nada de eso importaba en esos momentos. Solo sus sentimientos la habían impulsado a seguir adelante y no había podido resistirse.
En el momento álgido de la tensión de la noche anterior, un tremendo estruendo de truenos sacudió sus sentidos y puso fin abruptamente a su abrazo.
Después de tomarse un momento para recomponerse, Maia apartó las sábanas, se puso ropa limpia y pensó en preparar algo para comer.
Sin embargo, en cuanto llegó al pasillo, el aroma de algo delicioso llegó hasta ella, acompañado del familiar sonido de la comida chisporroteando.
Allí estaba Chris, junto a la cocina, con un delantal sobre una camiseta gris ajustada. Con una mano ajustaba el fuego y con la otra daba la vuelta al beicon, como si lo hubiera hecho innumerables veces antes.
La luz dorada se colaba por la ventana, resaltando el contorno de su mandíbula y las sutiles líneas de concentración en su rostro. Había en él una confianza natural, tranquila y atractiva.
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Maia se detuvo en seco, cautivada por un momento. La imagen que tenía ante sí podría haber salido directamente de una escena de una serie sobre la vida matrimonial, y esa idea la hizo sonreír.
Dio un paso adelante con la intención de echar una mano.
Sin necesidad de mirar atrás, Chris oyó el sonido de sus pasos.
—¿Ya te has levantado? Pensaba que te quedarías en la cama un poco más.
En lugar de mantener la distancia, Maia se acercó y bromeó: «No he podido resistirme. Ese olor me ha sacado de la cama».
Solo entonces Chris se volvió hacia ella, con una expresión divertida que suavizaba sus rasgos.
«Dame un momento. El desayuno estará listo enseguida».
Maia se inclinó para echar un vistazo a lo que estaba cocinando y se le hizo la boca agua.
«¿Quieres ayuda?».
«Yo me encargo. ¿Por qué no te sientas y te relajas?».
—De acuerdo. Esperaré a ver si la comida está a la altura del aroma. —Con eso, Maia lo dejó trabajar.
Sentada a la mesa, apoyó la barbilla en la palma de la mano y dejó que su mirada se posara en Chris mientras se movía por la cocina.
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